¡Regiaza!
Dios tiene misteriosas formas de proceder. ¡Es tan cierto! A veces te manda uno que otro evento sobre el que despotricas porque no lo entiendes, pero luego te das cuenta que era lo mejor que te podía haber sucedido. Resulta que me cancelaron un vuelo, sin más ni más. Así como sucede todo en épocas pandémicas. Simplemente, me llegó un correo que decía, más o menos: “tu vuelo ha sido cancelado. Tu nuevo vuelo es…” Obviamente llamé a la aerolínea a requintar y recordarle toda la familia al desdichado que contestase mi llamada. Nadie lo hizo, solo una máquina, diciéndome que el flujo de llamadas era grande y que me contestarían cuando San Pedro bajase el dedo. Luego de hacer mi hígado paté, pues debía esperar para mi trasbordo ¡veintidós horas! , decidí mirar mi vaso medio lleno y pensé: ¡París, oh la lá! ¡Era un regalo impensado y le estaba poniendo mala cara! Cada ciudad que conozco la hago mi favorita. No me hagan caso: mi amor eterno siempre será París. Ya es...