Elogio a la dureza
He conocido a varios inmigrantes en este país, hermoso y colérico. Frío, distante y comunicativo. Sí, no es algo antagónico: pueden hablar mucho las miradas y los gestos.
No encuentro las palabras adecuadas para decir lo que siento. Admiro a las personas que dejaron sus países y con ello, su sangre, su tierra y su pasado. Se separaron de la familia unida o no, querendona, cariñosa o seca, con la que cuentas, a la que quieres y que sabes dónde encontrar. La que está a tu lado cuando las papas queman, así sea para regañarte o prestarte su apoyo. Esa familia que debe ser un puño y no siempre es.
Dos de mis hijos emigraron, casi al mismo tiempo. Uno a USA y la otra a España. Compararía los sistemas de ayuda social de cada uno, pero podría equivocarme. Compararía riquezas y ciudades e ingreso per cápita, pero no sé mucho. Tengo una mirada sesgada, que no aporta.
Todos tenemos familiares que partieron, hace años por Alan García o Fujimori, por el terrorismo o el golpe, por la estrechez económica o, como en el caso de los míos, porque Lima les quedó pequeña y sentían avidez por conocer otras culturas y gentes. Juergas distintas, puntualidad y limpieza, estudios superiores y compañeros de vida que, si bien no reemplazan a la familia que dejaste, ayudan a suplir carencias y dan el abrazo necesario en el momento debido.
Marchaste envalentonado con tus estudios de segundas lenguas en el Goethe y tu Sprachdiplom II, de la Alianza Francesa con su DELF, del Británico y el mínimo FCE. Pensaste que era suficiente y te caíste de bruces. No entendías nada. Primer choque cultural, pero no te amilanaste, luego vendrían otros. Desde el amor y el desamor, también.
Por mi mejoría, mi casa dejaría.
Mírenlos con ojos de admiración porque al marcharse e iniciar una nueva vida, muchas veces desde cero, han tenido que sudar harto, han vertido lágrimas que llenan baldes, recordando las mesas familiares con delicias, las riñas, las risas y la ciudad caótica pero conocida, que dejaron atrás.
Han tenido que tragarse la cólera, el fastidio, la incomodidad, el rechazo, la indiferencia, el frío o calor extremos. Han tenido que tragarse, también, platillos impasables, para nuestro paladar peruano que degusta pura gloria. Se tragaron la xenofobia, discriminación y el racismo que, en todas las ciudades, por muy adelantadas que sean, existen. Se tragaron borbotones de palabras -non sanctas- que hubiesen querido lanzar, pero que guardaron, convenientemente.
No les importó ser invisibles. No les importó pasar sus cumpleaños solos, sin tortas y sin el abrazo necesario.
Tú, que llegaste y debiste lavar platos o baños ajenos, cuidar hijos de otros, tú, que trabajaste en puestos que, los nativos de cada país, no quieren; me quito el sombrero por ti.
También llegaste a los mejores puestos, bien arriba, pero tus ánimos andaban por los suelos, porque aún no te encontrabas, porque siempre te faltaba algo: la querencia.
Recién a la vejez, me doy cuenta lo que se suda, lo que se sufre, lo que se llora. Lo que no siempre se goza.
Me doy cuenta que no tienen un millón de amigos como en su país.
No se reúnen como lo hacemos nosotros, por cualquier cosa.
No hay una mesa servida con gente querida alrededor.
No entiendes, no te entienden.
No te conoce el panadero de la esquina, de cualquier esquina de tu Lima querida y odiada. Todo, al ser tan organizado, pierde un poquito ese sabor que tiene lo imprevisto y caótico…en eso somos campeones.
Has ganado muchísimo también. Departamento, auto, ropa de revista. Finos ingredientes para una mesa gourmet. Cosas tangibles. También lindos paisajes, excelente educación, pero, sobre todo, has ganado seguridad, en ti mismo y en lo que te rodea. Sabes que puedes caminar tranquila. Sabes que puedes hablar por las calles con tu IPhone veinte mil y que nadie osará arrebatártelo. Caminas en paz. Respiras aire puro.
Has ganado silencio y paz, traducido en bocinas que no se utilizan, en panaderos o heladeros sin cornetas, cuando necesitas una siesta; en tamaleros que te despertaban a las seis de la mañana.
Te has codeado con el arte más espectacular y has tenido a veinte centímetros a Miguel Ángel y Goya. Has desandado a Cervantes, a Malraux y a Steinbeck. A Capote y a Becker. Quizás a Schiller o a Mann. ¿Alighieri o Rembrandt? Cualquiera. El arte se entrelaza en el primer mundo, se vive, se palpa en calles y plazas. Se conserva. Eso no tiene precio o quizás el pago haya sido esa soledad que te duele. ¿Saben, hijos? en el corazón de cualquier madre que tiene a los suyos lejos, hay harto espacio. ¡En ese corazón, no hay distancia posible!
Mucha fuerza, garra y sabiduría mi Ale y Rodri, Ceci y Huayo, Betsi, Sofi, Giovi, Carlitos al cubo y Lucho al cuadrado, Cuchita, Mili, Pili y Lili. Clau, Gaby, Carmencita, Erica, Miguelito, Haydée, José y cien más.
A toda esa legión no extranjera, pero lejana, mi admiración.
¡Feliz Navidad!
" ¿Saben, hijos? en el corazón de cualquier madre que tiene a los suyos lejos, hay harto espacio. ¡En ese corazón, no hay distancia posible! "
ResponderEliminarQue gran verdad, Bochi, un fuerte abrazo, y
!Feliz Navidad!
De nuevo lloré! Soy yo, total y absolutamente YO.
ResponderEliminarCuán cierto todo. Te abrazo desde la lejanía.
ResponderEliminarMe encantó. Mis hijos solo salieron de paseo, pero sentí tu mensaje como propio.
ResponderEliminarAún sin ser padre - sino hijo, hermano - de personas que emigraron, creo poder captar la magnitud de tu sentir, my friend Bochi, con tan inspirada narración ….
ResponderEliminarHay gente que va a delinquir, como ha sucedido con los venecos. No todos, pero muchos.
ResponderEliminarTodo lo que tú aquí narras mi querida Roxi, yo lo sentí con uno de mis hijos hace 20 años. Al principio me reprochaba por haberle dejado ir pero una frase de él me devolvió mi tranquilidad. "No te preocupes mamí, aunque los extraño y extraño mi Perú, yo aquí soy feliz". Gracias a Dios mi hijo se logró profesionalmente y también formó un hermoso hogar, le costó si, pero lo logró. Por eso amiga es importante apoyarlos en el momento que ellos quieran volar. Bonita Navidad para ti y tu hermosa familia Roxi.
ResponderEliminarBello, cada vez escribes más lindo, querida.
ResponderEliminarMerry Christmas
Hermoso!!!!! Hoy llega mi hija de Dubai a pasar las fiestas ... todo es tal como lo describes. Gracias por regalarnos relatos que nos hacen reconocer nuestra realidad y cómo somos.
ResponderEliminarMuy buenos y ciertos tus comentarios la vida en general esta bastante dura para todos hay un cambio de era y nos tenemos que adaptar Feliz Navidad
ResponderEliminarEse elogio tan grande y bonito a los que partieron en busca de algo, me hace sentir tan bien.
ResponderEliminarDejé el hogar materno hace 30 años y nunca me arrepentí. Cada vez que regreso a Lima, me doy cuenta que tomé una buena decisión.
Patenta la frase!!! Bravo??
ResponderEliminarQué acertado tu relato, Bochi. Asimismo, como lo barras. Yo salí de Lima en el 85 y aunque me costó, me siento en paz con mi decisión. Todo mi respeto y admiración por tus hijos y por todos los que dejaron lo conocido por lo incierto y duro. Nunca estamos realmente solos, siempre hay angelitos que iluminan nuestro camino. Feliz Navidad para ti y tu linda familia y que el 2022 traiga más estabilidad y momentos felices!!🌲💚❤💚❤
ResponderEliminarEs cierto. Basta con venir del interior del país. Ya es bastante. Ésta mole de cemento es dura y muchas veces cruel. Pero se logra un sitial, no son sufrir y pagar con lágrimas cada milímetro de espacio.
ResponderEliminarBien ganado y nadie me quitará lo bailado.
Se extraña a los seres queridos, claro que sí. Estando en Colombia, no pude acompañar a mi abuelito, que yo llamé papá, me crié con el. Tenía que estudiar. No podía viajar. Bueno, la vida es así.
Feliz Navidad para todos y que Cristo habite en nuestros corazones por siempre. Un saludo cordial y un afectuoso abrazo virtual para todos.
Gracias por la atención.