Granada, tierra soñada

Hay lugares que merecen ser visitados alguna vez en la vida. Lugares que te enamoran en el mismo instante en el que posas tu vista en ellos. Lugares que son fuertes, de raza, con carácter como los muchos gitanos que los pueblan. Eso es Granada. Con la famosísima Alhambra, fuente de inspiración de los más bellos poemas y relatos. Nadie puede ser ajeno a su belleza: desde Hemingway hasta García Lorca. Pasando por Irving o Machado al escribir: "todas las ciudades tienen su encanto. Granada, el suyo y el de todas las demás". Nadie puede ser ajeno a esta bella ciudad, por algo es uno de los destinos turísticos más visitados de España. Con intenso frío que cala huesos, y sol que quema (como en nuestros Andes) debido a su famosa Sierra Nevada, lugar favorito para los amantes del esquí. Demasiado para mis nulas habilidades deportivas. Veré esas montañas por foto. Granada, en la región de Andalucía, posee una preciosa arquitectura medieval, que solo puede encandilarte. El tiempo se detiene y te invita a relajar en uno de sus cafés, en el margen del rio Genil. Con calles muy angostas, realmente angostas por las que pienso quedaré atracada. Empedradas. Con maceteros colgantes, con flores multicolores, puestas en minúsculos balcones. Con gruesos y toscos muros que esconden maravillas que, de tan perfectas, parecen dibujadas a lápiz. Pero no, son obras en mármol, madera o yeso, en una mezcla de materiales que se unen y no disuenan.  La Alhambra, MARAVILLA ARQUITECTÓNICA, es una ciudadela, fortaleza y palacios, en los que habitaban sultanes nazaríes, en el siglo XIV. Todo está muy bien conservado, señalizado y organizado de manera que puedas visitarlo inclusive en tiempos de variante Omicron, al ser lugares abiertos y extensos. Tienes un museo, ubicado en la parte baja del palacio de Carlos V, con arte hispanomusulmán y el Generalife con sus jardines con piletas en mármol, desde donde puedes observar las mejores puestas de sol. En sus calles se han rodado muchas películas como Doctor Zhivago, Indiana Jones, Games of Thrones y varias series no menos famosas. Calles llenas de gitanos a la caza de incautos turistas. A mí, no me asustan: hice que una de ellas me rebaje y me persiga, para ofrecerme más descuento y poder venderme una de sus chucherías. No me asustan sus supuestas maldiciones, aunque la que me tocó en suerte, por el contrario, nos bendijo. En una ocasión sí me fastidió un poco una de ellas que se acercó a pedir dinero a la mesa donde desayunaba. Al decirle que no tenía, lanzó mil conjuros y maldiciones, ¿el resultado? A la vuelta de la esquina encontré un tremendo paquete de El Corte Inglés con ropa blanca, recién comprada y sellada y que a cualquiera cae bien. No tenía dueño ni recibo, así que lo tomé como un obsequio. 

Los gitanos han tenido, desde siempre, vidas muy duras. Muchos aún habitan las famosas "cuevas": moradas hacia donde atraen miles de turistas y dólares. Pequeños lugares, demasiado bien dispuestos algunos, como para ser reales, desde donde bailan flamenco y sacan chispas al tabladillo, con su zapateo.

Muchas de las "bailaoras", extremadamente bellas, tienen rostros tristes, duros, señal inequívoca de tener vidas difíciles. Quizás por bailar todos los días. De solo ver el zapateo terminé con dolor de cabeza, pensando en sus pobres riñones. Muy serias, con ceño adusto, quizás por ser discriminadas y señaladas. Quizás porque saben que su destino será el mismo, para ellas y sus hijas. No tienen que ver con los bereberes norteafricanos islamizados y conquistados por los árabes, que luego dominarían la Hispania durante siglos. Estos gitanos proceden de la casta más baja de la India. Nadie los quería. Hace cientos de años emigraron al oeste y se fueron instalando en nuevos territorios. Se hacían pasar, a veces, por egipcios y se hacían llamar "egipcianos", de donde -dicen- proviene su nombre actual: Gipsy (de Egyptian), gitano o zíngaro. Algunos hicieron fortunas en países del norte y centro de Europa. En el sur no progresaron mucho y debieron realizar los trabajos que nadie quería, aunque, por lo general, eran independientes. Tenían oficios de artesanos, pero en España no siempre pudieron integrarse y, al extenderse el fenómeno del narcotráfico, muchos dejaron las artesanías para dedicarse al trapicheo de sustancias prohibidas, perpetuando su falta de integración en la sociedad "paya" (no gitana), viviendo al margen de ésta, en la delincuencia. Al integrarse Rumanía  y Bulgaria en la Unión Europea, se dio un flujo de población gitana de pocos recursos, procedente especialmente de Rumanía, muchos de ellos dedicados a la mendicidad, prostitución y otros menesteres. Obviamente, no se puede generalizar. Ahí están artistas gitanos como Lola Flores y familia, el Camarón de la Isla, el bailarín Joaquín Cortés, Diego El Cigala y otros que han destacado en las artes y el “cante jondo”. Abadías en cimas de cerros a las que es mejor llegar a pie o en movilidad de dos ruedas. Plazas, como la Isabel la Católica, con su monumento colosal, la Nueva Granada o la de Santa Ana, siempre son el marco de catedrales perfectas, simétricas, únicas. Hablando de la reina Isabel la Católica, recién he recordado la historia de su hija, la no menos famosa Juana-La-Loca. Va para otro post.

“POR EL AGUA DE GRANADA, SOLO REMAN LOS SUSPIROS” (F. García Lorca)