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Hoy por mi, quizás mañana por ti

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Me encuentro con una vecina que me detiene y pregunta “¿te pasa algo que ya no escribes? Me gusta que me envíes tus lecturas, aunque no te responda ninguna”.  El día anterior, un primo querido radicado en el país del sur, me pide que escriba sobre la discapacidad. Felicidad. Me sorprende y alegra: a veces necesitas un empujón. En mi caso, para salir del marasmo en el que me encuentro por la frustración y las pocas esperanzas en el corto plazo, con relación a mi quebrado país.  Hace unos veinte años y veinte kilos menos, me sentía casi una atleta. Era ágil, rápida y ligera. Intentaba seguir el ritmo de mi consuerte, bastante deportista él. Un día de playa, jugando paletas, sentí un dolor agudísimo en la pantorilla. Como toda drama queen que se respete, caí de rodillas, llorando: “me han tirado un balazo”. “Uyuyuy”, pensó inmediatamente mi consuerte: “se rompió la pierna”. A los pocos minutos tenía un enjambre de personas alrededor. Fui el centro de atención en es...

Mala memoria, parte dos...o tres.

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Pensé iniciar el 2023 con nuevos bríos. Con uno que otro reto y algún plan viajero interesante. No recuerdo ni retos ni planes y solo han transcurrido cuatro días desde que arrancó el nuevo año. Por fin, después de todo el ajetreo previo a las vacaciones, nos dirigimos a la playa con todas las ganas de pasarla bien y con maletines llenos de necesidad de aire puro y paz. No hay mucho sol pero no importa. Me animo: mi cara, con líneas de expresión que lo único que logran  comunicar es el paso del tiempo, lo agradece. Tengo todo dispuesto en un cooler,  preparé mi maletín, un día antes, algo inusual para la señora-de-última-hora que soy. Me siento alguito radiante con un buen corrector de ojeras, última adquisición antes de pensar en soluciones reales (léase cirujano plástico). Mi critter # 4 está lista hace horas y su amiguita-invitada, también. ¿Qué podría salir mal? Un ligero detalle: no traje una sola ropa de baño, un pareo y menos una salida de baño...alguito con...

¿COVID? ¡Jamás!

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Tengo Covid, a casi tres años de empezar la pandemia y a pesar de cuidarme bastante. Me acabo de contagiar. El bicho sigue al acecho, agazapado y silente, dispuesto a ingresar al cuerpo del que se lo permita. Ahora sí creo lo que dicen muchos estudiosos del virus: tarde o temprano todos, sin excepción, nos iremos contagiando. Muchas reuniones, mucha fiesta y mucho canto…como decía mi abuela “sarna con gusto, no pica”. Lo primero que pensé fue: tengo cuatro vacunas por lo tanto no moriré. La segunda imagen que vino a mi mente fue la primera ola, devastadora, mortal y triste, que presenciamos por televisión, en cadena mundial, como si se tratase de un hecho lejanísimo, que les pasaba a los “otros”. Pensé también, en las personas conocidas que fallecieron por este huésped indeseable, alojado ahora en mi cuerpo redondo. No sirve poner una escoba de cabeza, tras la puerta, deseando que se vaya y no vuelva más. Me entristece sobremanera, pensar en los que no pudieron salvarse, p...

Mario Arenas

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Hace unos buenos años, un grupo grande de adolescentes que no sabía nada de la vida, ni de lo que el futuro les traería, se reunió en el patio del colegio para cantar y moquear con el himno de todas las despedidas escolares: "compañeros de miles de cosas y mil cosas para recordar, emprender el camino elegido, mirar adelante y nunca hacia atrás". No aspirábamos a mucho en ese entonces. La vida consistía en pasarla bien con los grupos que se iban formando y que se frecuentaban. Se divertían. Bailaban, fumaban harto. Al fin de algún año, podría haber un reencuentro al que asistirían como máximo unos veinte compañeros.  Varios emigraron y dejaron regados su pasado, amigos incluidos. Marcharon en pos de sueños. Cumplieron con sus cuotas de amistad, a la distancia: no era posible venir por los benditos papeles. Años después, van y vienen tanto como pueden. Vienen para pasarla bien, como no se la pasa en nigún lugar del mundo.   Volviendo a la canción de marras: hac...

Un siglo de luces

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LA ÚNICA CONSTANTE EN MI BLOG ERES TÚ, MAMI. NO SÉ POR CUÁNTO TIEMPO MÁS, PERO LO APRECIO TANTO ¡TANTO!  CUMPLES 95 -NO-VEN-TI-CIN-CO: ESCRIBIRLO ES ENORME. PESA Y CREA DUDAS PORQUE SÉ QUE EL FINAL DE NUESTROS ENCUENTROS LLEGARÁ MÁS TEMPRANO QUE TARDE: NADIE TIENE LA VIDA COMPRADA.  LO CIERTO ES QUE NUNCA ESTARÉ PREPARADA.  CON MOVIMIENTOS LENTOS QUIERES AYUDARME A HACER MI CAMA. NO SABES ESTAR QUIETA, AUNQUE EL DETERIORO FÍSICO TE EMPIECE A PONER FRENO. TUS PASOS NO SON TAN FIRMES, PERO NUNCA TEMBLEQUES, PORQUE HASTA PARA ESO, TIENES EL CARÁCTER FUERTE.   TUS OLVIDOS EMPEZARON HACE UNA DÉCADA: DÉFICIT DE MEMORIA DE CORTO PLAZO O ALGO ASÍ, FUE EL DIAGNÓSTICO, QUE CASI TODOS CREEN ES ALZHEIMER.   TU VISTA ESTÁ NUBLADA COMO LA CIUDAD QUE TE ACOGIÓ HACE CASI UN SIGLO, DESDE TU PIURA POCO FRECUENTADA. LLEGASTE CON TU HERMANA, MI OTRA HEROÍNA, SOBRE LA QUE ESTOY ESCRIBIENDO UN RELATO. SEGURAMENTE ME CORREGIRÍAS MUCHAS PARTES, PORQUE DONDE NO ...

¡Seamos egoístas!

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De chiquilla fui egoísta y engreída: era la menor, la quinta hermana, una pitufa asmática, en épocas que no había inhaladores: quería toda la atención del mundo. Mis deseos eran órdenes…según yo…   De grande (de edad) uno cambia: te despojas de lo tuyo para darle a tus críos. Te quitas la casaca para abrigarlos a ellos.   De más grande (de edad), me he dado cuenta que sigo siendo egoísta: quiero sentirme muy bien conmigo misma. ¿Qué mejor forma de sentirte bien que mediante un VOLUNTARIADO? No tienes que pertenecer a una ONG -erróneamente denostadas por estos lares- No tienes que inscribirte en una asociación. Basta que ayudes una vez para que te bombardeen con pedidos de auxilio por diversos canales. Me sucedió hace pocos meses. Inmediatamente acepté, antes que pensar en los demás, pensando en lo bien que me haría sentir. Ya sé: egoísta. Lo hago, también, porque quiero dar un poquito de mi tiempo a los demás. A los que necesitan de esas pocas horas, pa...

F.O.M.O

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Acabo de leer un muro de esos amigos que siempre postean algo y te desean un buen día. Decía algo así: si tratáramos a nuestras parejas como tratamos a nuestro celular: tocándolo, estando pendiente de él, llevándolo a todos lados sin perderlo de vista, dejando que capture toda nuestra atención, las relaciones de pareja serían diferentes. Es cierto: nos hemos vuelto adictos al celular, unos más que otros, pero prácticamente todos. Esto puede decirlo un niño de siete años que no sé ¡por qué tendría un celular! Y un mayor de cincuenta. Me veo perdiendo tiempo con reels que -obviamente- pasan lo que quiero ver.  Me veo scrolleando cada cinco minutos y siempre encontraré algo que me enganche por otros cinco y así se me va la vida, celular en mano.  Está comprobado científicamente que los celulares son adictivos. ¿No me crees? agarra tu celular y busca la información con todos los detalles que no puedo darte. Podría hacerte un copy y paste, pero no me gusta el plagio (...