¡PARE DE SUFRIR!
Sandro, Luciano y Santi se reunieron por Pascuas. Sus padres habían organizado un buen fin de semana largo. Jueves tranquilo, acomodándose para pasarla bien, viernes con el bacalao de rigor y para el sábado una buena parrilla. Obviamente, habría búsqueda de huevos de pascua. También un poco de dibujo y pintura. La casa grandísima, tan extensa que perderías tu vista en el horizonte verde del jardín con caminitos, piscina con jacuzzi, juegos, mascotas y un pequeño laberinto. Todo pintaba muy bien en teoría: nadie podría saber que el mismo Viernes Santo uno de los pequeños se ahogaría frente a sus dos amiguitos que, presas del shock, no lograron siquiera emitir gritos de auxilio. No los culpen, a los seis y siete años puedes no reaccionar cuando tienes al peligro, pechándote. Los que seguramente se culparán -y mucho- son los jóvenes padres que, tal como dijo la madre de Santi en el velorio, preferiría estar en el lugar de su pequeñito, hijo único. Cualquier persona les dirá que eso es l...