¡PARE DE SUFRIR!

Sandro, Luciano y Santi se reunieron por Pascuas. Sus padres habían organizado un buen fin de semana largo. Jueves tranquilo, acomodándose para pasarla bien, viernes con el bacalao de rigor y para el sábado una buena parrilla. Obviamente, habría búsqueda de huevos de pascua. También un poco de dibujo y pintura. La casa grandísima, tan extensa que perderías tu vista en el horizonte verde del jardín con caminitos, piscina con jacuzzi, juegos, mascotas y un pequeño laberinto. Todo pintaba muy bien en teoría: nadie podría saber que el mismo Viernes Santo uno de los pequeños se ahogaría frente a sus dos amiguitos que, presas del shock, no lograron siquiera emitir gritos de auxilio. No los culpen, a los seis y siete años puedes no reaccionar cuando tienes al peligro, pechándote. Los que seguramente se culparán -y mucho- son los jóvenes padres que, tal como dijo la madre de Santi en el velorio, preferiría estar en el lugar de su pequeñito, hijo único. Cualquier persona les dirá que eso es lo más terrible que les pasará en la vida, que empezarán a culparse mutuamente, que habrá mucha guerra inclusive legal, que quizás se divorcien (¡como si no tuviesen bastante!). Esta desgracia que ha remecido los cimientos de estas buenas personas que son reales, que radican en Perú, que tienen otros nombres y otras edades, me deja pensando en los padres que tendrán que lidiar media vida más, con prejuicios, con culpas, con negación, y con una pena insondable, infinita. ¿Cómo se hace para seguir viviendo y ponerte una venda en el alma? ¿Cómo parchas tus emociones, tu corazón y encuentras un solo motivo para continuar en la lucha diaria? Se dice que el dolor más intenso, es la pérdida de un hijo. La vida en común de la pareja quizás construya un futuro juntos, pero ¿cómo diantres se sobrepone uno a un dolor semejante? Se puede. Resiliencia, la palabrita que se utiliza entre dentistas para nombrar algunos tejidos capaces de recuperar su forma, entre ingenieros para definir los sistemas capaces de ajustarse a diversas condiciones y, la más conocida dada por la psicología: la capacidad de adaptarse, a un estado de situación adverso, a una tremenda tragedia. Te vuelves elástico, te amoldas al dolor y sales adelante más fuerte, contra los peores pronósticos. Si vemos a nuestro alrededor estamos rodeados de personas a las que la vida las ha sacudido de manera inmisericorde. Ahí están parados, sorteando nuevos retos y dificultades. Se puede, pero tendremos que echar mano a toda nuestra fuerza mental, de manera que ese dolor inconmensurable, no nos mate de la pena. Estuve leyendo sobre la resiliencia y los sicólogos hablan de pasos para enfrentar el dolor y tener éxito, si el éxito se refiere a seguir viviendo y quizás, con bastante lucha, volver a sonreír. Alguien muy querido fallece, alguien que se divorcia con mucho resentimiento o dolor, alguien que ha sobrevivido a una catástrofe; el que fue buleado de niño, la que abortó, o, por lo contrario, la que no pudo concebir. Alguien que es víctima de una penosa enfermedad, o que tiene algún impedimento físico que lo postra o el hecho de tener un familiar así. Ejemplos de dolor hay muchos y no discriminan a nadie. Con o sin dinero, las desgracias pueden aterrizar en tu otrora apacible hogar. Existen pensamientos que te ayudan a vivir con el dolor, sanar y seguir adelante. Esa pena que te despierta en la mañana sin saber quién eres, sin saber cómo iniciar el día, sin querer levantarte, con la cabeza que te da vueltas y que no encuentra dónde asirse. Los estudiosos de las penas eternas te dirán que debes pasar por cinco estados cuando sufres un dolor tan grande, casi físico, que parece escapar de tu cuerpo, para arroparte, envolverte por las noches y casi, ahogarte: enojo, negociación, negación, depresión y aceptación. Te enseñan lo que ya sabes: que todo está mal. Te señalan lo que debes procesar, pero no siempre te ayudan a encontrar la esperanza que necesitas esa mañana que no sabes cómo enfrentar. No siempre logras conseguir esa herramienta que te ayudará a navegar por aguas sombrías. 
 Que levante la mano el que no ha sufrido. La capacidad de ser resilientes es algo que todos tenemos a nuestro alcance, no es ninguna ciencia oculta, es el primer “secreto” que comparte Lucy Hone, investigadora de este tema fascinante quien, en medio de sus estudios vio partir a su hija menor por un accidente de tránsito. Pasó de ser la mujer que daba cátedra sobre estrategias para salir adelante a la madre devastada que no quería seguir viviendo. En carne propia vivió los estragos del dolor e investigó más, estando en las dos orillas, nadie podría contarle cuentos chinos: sería una verdadera experta en resiliencia. Tiene varios Ted Talks, educativos y potentes, de los que he obtenido información. ¿Recuerdan los polos de Forrest Gump “Shit happens”? Es cierto. Sufrir es parte de la vida. Primero, entiende clarito eso, entonces, cuando llegan esos tiempos difíciles no nos preguntaremos más “¿por qué a mí?” sino “¿por qué no a mí?” Llegado el momento del dolor tienes dos opciones: te ahogas o sales a flote. Esas fotos maravillosas en Instagram no suceden todos los días, sino por el contrario, son los momentos grises que nunca posteamos, los que abundan, en mayor o menor medida. Enfoquémonos en las cosas que podemos cambiar, no perdamos un minuto en lo que no tiene solución. Las personas resilientes tienen la habilidad innata de ver dónde está el peligro. Las emociones negativas están ya adheridas en sus cuerpos y sabrán cómo sortear las nuevas dificultades. ¡Ya no más! Ya viviste lo peor y ahora es el momento de salir a flote. Elige la vida, con todo lo bueno que tiene, sé su amiga. Enfócate en lo positivo y agradece por cada pequeña victoria ganada. Paso a paso. Sé feliz con cada pedazo de arco iris, con cada puesta de sol o con el viento que te acaricia. Disfruta y enfócate en eso que te gusta. No veas lo negativo, dale vuelta a la tortilla, porque situaciones adversas ya tuviste de sobra, ya las lloraste y decidiste salir adelante. Pregúntate si eso que haces te ayuda o te daña. Si quieres continuar con un camino que claramente no te conduce más que a seguir sufriendo. Sé amable e indulgente contigo mismo. No mires más esas fotos antiguas con las que recuerdas y lloras a mares. ¿Qué ganas con eso? Con ese recuerdo, solo reabres la herida, te vuelves a poner en modo sufrimiento. 
 La mejor palabra que puede generarte esperanzas: MAÑANA.

Comentarios

  1. Tema fuerte, bien planteado. Gracias por compartir.

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  2. Que tristeza para esos padres, lo siento mucho

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  3. Todas las personas en algún momento de su vida han tenido que afrontar un dolor pequeño o grande pero un dolor.... Lo que las ayuda es su deseo de sobreponerse y salir adelante y si no lo pueden, deben pedir ayuda profesional....

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  4. Es difícil salir adelante pero siempre se puede, todo está en la fuerza de cada persona.

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  5. A unos nos cuesta más, sólo el tiempo nos ayuda a salir adelante. Gracias por compartir, me gusta leerte.

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  6. Dios les de mucha fortaleza

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  7. Es cierto, todos en algún momento hemos pasado por ése caminito. Es un trago amargo que nos toca beber.
    Gracias por compartir excelentes reflexiones. Un saludo cordial y un afectuoso abrazo virtual para todos por casa. Por favor 🙏 a cuidarse mucho.

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