¡Felices 33!
Escuché, sin querer queriendo, a mi consuerte conversando con mi querido suegrito, quien llamó compungido por un tropiezo que hemos tenido en nuestra vida feliz. Mi consuerte dijo "viejito, no te preocupes, por ahí nos hemos caído de bruces varias veces, pero la Senescienta y yo, nos levantamos y seguimos, no caminando, sino corriendo". De ahí lo escuché con su risa francota, que parece el sonido de un gallo siendo sacrificado y mi suegro terminó la conversación diciéndole: "oye, yo los llamaba para darles fuerzas, pero veo que están bastante tranquilos". Así han sido nuestros 33 años como pareja: un subibaja de emociones, en donde solo ha primado la alegría, la risa fuerte y la conversación baja, coordinando siempre nuestras vidas, o des-cordinando algo (también nos pasa). Por "nuestra vida", me refiero a la de nosotros seis: cuatro hijos con cien problemas y mil goles, como un tremendo propulsor. Cuando me siento un poquito desubicada, cansa...