Mi niña Goyita
Mi hija mayor parte de viaje. Hago mentalmente un paralelo con El viaje del niño Goyito, de Pardo y Aliaga. Siempre que se ejecutan muchos preparativos para una travesía, que involucre maletas y demás arreglos, recuerdo el cuento satírico que me hicieron leer en el colegio: Goyito, el “niño” cincuentón que parte desde Lima a Chile y para tan corta expedición, se organiza un sinnúmero de actividades previas: desde ir a ver qué tan segura era la embarcación hasta la confección de cientos de pantalones, delgados y gruesos para que el “niño” esté abrigado o ligero, de acuerdo a como soplasen los vientos.
Me viene a la memoria la primera vez que mi primogénita viajó sola, bastante mocosita. Partió feliz y empoderada. Llevaba su carry on con tal seguridad, que parecía una flight attendant, viajera frecuente. Yo estaba con el corazón encogido pero, teniendo dos hijos más en casa, pensé que me pasaría la ansiedad y nerviosismo apenas regresase de llevarla al aeropuerto. No fue así: me sentía despedazada y totalmente irresponsable por haberla dejado partir para pasar el verano lejos de nuestras costas. Cambiar nuestro mar Pacífico por otros quizás menos calmos, más inciertos.
Ella llegaría a casa de mi hermana, pero igual imaginaba mil peligros en otras tierras. Exactamente a la semana de su viaje llegué a pedir a mi consuerte que comprase un pasaje para ir a recogerla. Felizmente, como en pocas ocasiones, no me hizo caso. Cada vez que hablaba por el antiguo teléfono fijo, quería pasarme por ese cordón enroscado que sentía como el lazo umbilical que aún nos mantenía unidas y que no había sido capaz de cortar.
Conforme aumentaron sus vuelos y sus hermanos menores empezaron a viajar, mi aprensión fue disminuyendo al punto que, cuando nació la cuarta, solo quería que todos se largasen de viaje y me dejasen sola con esa bebe demandante y llorona para satisfacer sus pedidos, a un solo llanto de distancia. Quería dedicarme 24/7 a una enana que llegaba -contra todos los pronósticos- a adueñarse de nuestro hogar, establecido, feliz y bastante maduro, en el que no la habíamos imaginado ni prospectado, jamás.
Pues ahora el “niño Goyito” es el viaje en sí. Los viajes pre-pandemia se hacían con un par de clicks: pasajes, hoteles, alquiler de auto o trenes que tomar. Horarios, atracciones, entradas, otro click.
Hoy en día se necesitan varias cliqueadas más con requisitos y formularios que debes llenar para decirle al mundo que eres Covid free. Pruebas moleculares, certificados de vacunas y declaraciones de “cuarentenear” en el lugar al que arribes.
El covid ha cambiado hasta nuestra forma de viajar. Si es que uno se atreve a hacerlo, deberá llenar formularios con doble mascarilla y sin respirar, lo que hará que tus horas en el avión sean aún más tediosas. Olvídate de las comilonas en pleno vuelo, insípidas…pero comilonas al fin. ¿Room service? ¡No way! Por el covid, muchos hoteles no prestan ese servicio. ¿Desayunito buffet con mil cosas que intentarás guardar para ahorrarte el almuerzo? ¡No way! Toma tú mismo una bolsita con un par de tonterías empaquetadas y chau. Mis sueños de huevos revueltos con tocino altamente dañino, no van más. Mis ganas de tirar mil naranjas a la máquina y que saliesen exprimidas, con pura vitamina C, tampoco. ¿House keeping? ¡No way! El covid no lo permite, así que tiende tu cama y arregla tu habitación como puedas.
Pero nada de eso puede malograr un viaje, querida hija. Vive, sueña, conoce, disfruta, pasea, enamórate de cada lugar y, cuando poses tu mirada en los paisajes, míralos con ojos extasiados y absortos. Asómbrate, concéntrate en esas vistas. Olvídate de las fotos y las posteadas y tómate esos minutos para ti y el entorno, que será maravilla pura.
¡Alas y buen viento, siempre!
Les dejo unos versos de El canto errante de uno de mis poetas favoritos, Rubén Darío:
El cantor va por todo el mundo
Sonriente o meditabundo.
… sobre el lomo del elefante.
Por la enorme India alucinante.
En palanquín y en seda fina.
Por el corazón de la China;
En automóvil en Lutecia;
En negra góndola en Venecia;
Sobre las pampas y los llanos.
En los potros americanos;
Por el río va en la canoa,
O se le ve sobre la proa.
De un steamer sobre el vasto mar,
O en un vagón de sleeping-car …
Y entra en su Londres en el tren,
Y en asno a su Jerusalén.
Con estafetas y con malas,
Va el cantor por la humanidad.
El canto vuela, con sus alas:
Armonía y Eternidad.
Buen viaje a tu bella primogénita.
ResponderEliminarQue Dios y la Virgen la acompañen, viajar es un gran placer!!!
ResponderEliminarBuen viaje para tu niña Goyita, aunque ella siempre ha sido muy independiente🌷🙌
ResponderEliminarNuestra misión como padres es darles a nuestros hijos ALAS DE METAL... La niña Goyita creo las tiene, Bon Voyage✈️🙏
ResponderEliminarQuecbonito lo que narras. Guau desde que partió ppr 1era vez hasta que ya te acostumbrabas a todo eso. Me gustó más la parte que se compara el cordón umbilical con el cable enroscado que usábamos espera aún tengo fijo pero solo para ofrecerme paquetes decmovistar wifi y celular Ripley. Jaja
ResponderEliminarQue todo vaya bien.
ResponderEliminarLa conozco desde que nació y he visto sus pasos agigantados, su profesionalismo y sus enormes dotes de gente y valores arraigados.
ResponderEliminarBuen viaje, Roxi.
Le irá maravilloso a tu hermosa niña.
ResponderEliminarExtraordinario, felicitaciones!!!!, Parabienes para la viajera!!!!!
ResponderEliminarEs lo que nos ha tocado por formar mujeres fuertes e independientes. La mía partió hace casi 20 años, acabaditos de cumplir los 18, cuando igual que tú nos aferrábamos al fijo para sentirnos cerca. Hoy felizmente podemos acompañarnos mientras cocinamos. Antes la acompañaba de regreso en el metro, pero ellos también están haciendo teletrabajo. Le deseo alas y buen viento a tu viajera. Te dejan sola para disfrutar del inicio de la adolescencia de tu peque. Suerte!! Jajaja.
ResponderEliminarMe identifico plenamente!!!! Lo máximo!
ResponderEliminarEl corazón se parte cada vez que un hijo se va y sólo en este momento comprendemos lo que nuestros padres sintieron, cuando nosotros, felices de la vida, partimos hacia nuestro futuro.
ResponderEliminarBuen viaje Roxanita!
Que admiración ..Que tenga un buen viaje su hija ..más que eso es un nuevo comienzo ..Que a nosotros que somos padres nos cuesta superar .
ResponderEliminarBuen viaje para tu niña. Tu relato me hace pensar en mi madre y sus sentimientos cuando yo partí hace casi 40 años. Ese cordón nunca se rompe. Gracias por tan excelente manifiesto de maternidad.
ResponderEliminarViajo, luego vivo.
ResponderEliminarFelicidades.
Bien, que siga adelante con sus sueños.
ResponderEliminarAhora bien, madre es madre y eso nunca cambiará. La preocupación, la angustia es normal en una madre que ama a sus hijos.
Buen viaje y a comerse el mundo.