Mafepa


Leía las cartas como nadie y, lo mejor es que, si no le gustaba lo que leía,  las volvía a barajar, hasta que saliese algo lindo de escuchar. Si no salía a la quinta, inventaba un cuento fabuloso para tu futuro, de manera que siempre salieses feliz, de su lado. Así, predijo a mi esposo y mis hijos.

 

No recuerdo haberme enojado con ella, excepto una vez que nos acompañó a comprar "trapos" y salió espantada con los precios. Muy molesta me dijo "con lo que has pagado, te puedo coser una docena de pantalones". Pero yo, mocosa engreída, quería el de esa tienda y no había forma que mi abuela me cosiese ropa porque no tenía "marca". Mi mami, después de oírme llorar media hora y de hacer mil rabietas, me compró el dichoso pantalón, que luego había que llevar a la costurera porque me quedaba inmenso. Le echaré la culpa a mi inmadurez. 

 

No le podías decir abuelita: "esas son viejas". Mamacita le sonaba mejor, pero no a nosotros, así que la rebautizamos como Mamafepa. No sé qué significa hasta ahora, pero ella era nuestra Mamafepa. Abreviando, porque de mocosos, hasta hablar te da flojera: Mafepa.

 

Venía una vez por semana a visitarnos, con  tacones altos y bien maquillada, diferente a la simpleza y naturalidad de mi madre. Traía mil chucherías en envoltorios de papel. Ese día nos ayudaba a todos, en lo que fuese: tareas, costura, planchado, lavado, cocina. Era la mujer más hacendosa que he visto en mi vida. 

 

Super empresaria, tenías tu panadería muy bien montada. Mi tía heredó tus dotes para los negocios, mi mami, no.

 

Te ganaba con una sonrisa y mil elogios inmediatamente. Cuando le presenté a mi enamorado: un mocosito narizón, dijo: " ¡Pero qué buenmozo, qué bonita pareja! Cuando se casen, me llevan a vivir con ustedes”. Mi consuerte sigue enamorado de ti y te recuerda con un cariño inmenso, a pesar de los pocos años que te gozó. Él me sugirió este post, como un homenaje a tu grandeza porque fuiste lo máximo y nunca te lo dijimos.

 

Han pasado treinticinco años de esa presentación. No pudimos traerte con nosotros porque te fuiste antes de tiempo. No te tocaba: tenías una vitalidad y fuerza arrolladoras, pero con los designios divinos, no me meto. 

 

Sabía pasarte el huevo y el cuy, como buena norteña. 

 

Creías completamente en los sueños: número que soñabas, tú o cualquiera que tuviera a bien mencionarte alguna cifra, ibas apurada al Hipódromo a apostar. Pocas veces fuiste y en todas  ganaste. Siempre te vi "muy platuda". Eras una mujer generosa, con todos los que te caían en gracia. Si no te gustaba alguien, qué miedo, con tu mirada fuerte, podías pulverizarlo.

 

Tenías mil anécdotas: la última que recuerdo: un grupo de chicos cercándote para asaltarte y uno de ellos decir: “no, a la mamita, no”. Al parecer, le recordaste a alguien cercano y se salvaron tus joyas, pues siempre andabas enjoyada. ¡Qué épocas! Te encontraste aretes tirados por las calles, sortijas, hasta una esclava de oro. Ahora una no se encuentra nada valioso en el piso pues no puedes usar joyas.

 

Trabajaba haciendo mandados de mi bisabuela y así, entre idas y venidas, conoció a un señor que se convertiría en mi abuelo.

 

Tuvo a mi mami y mi tía. Mujeres fuertes, luchadoras y sabias.  Diferentes a ella, al conectar con la gente: la Mafepa desde el saludo te conquistaba, porque era zalamera y dicharachera. Sus hijas fueron el otro extremo, super serias.

 

El abuelo murió cuando mi madre era muy pequeña. La Mafepa lió a  hijas pequeñitas y bártulos y enrumbó de Piura a Lima. Mi mami aún  recuerda a marineros tirando comida por la borda y tiburones saltando para engullir de un bocado todo. ¿Será? 

 

Egresada de la universidad de la vida, te graduaste Summa Cum Laude, pues no he conocido a mujer más sabia que tú. Casi ganaste a mi mami y eso, es decir bastante. 

 

Tenía todos los dichos del mundo, los pocos que sé, son enteramente suyos. Los soltaba en el momento preciso, no un segundo antes, no uno después. Con esa sentencia de dos o tres palabras, finalizaba la conversación y te dejaba todo muy  clarito. 

 

Mamafepa, no conociste a todos tus bisnietos. Te hubieses sentido feliz y orgullosa.  Una, lleva tu nombre y derrocha la misma dulzura y carisma que tú, Sarita. 

Tu frase favorita : 

¿MEJOR?, SE MALOGRA.


Comentarios

  1. Mamafepa siempre estara acompañandote... abrazo amiga

    ResponderEliminar
  2. Que lindo recordar a tu abuelita..Perdón mamafepa. También recuerdo que la conocí y te pregunté. Porque mamafepa? No era usual en nuestra época. Pero sin duda extraordinaria. Muy justo recordarla y con tus lindas palabras.

    ResponderEliminar
  3. Como Siempre una exquisites leerte...Pero no me queda duda que Papachito te dicta algo.

    ResponderEliminar
  4. Señora de señoras. Mujer completa. Besos al cielo.

    ResponderEliminar
  5. Que linda semblanza Roxana 🤩🤩... yo tuve de abuela a mi “mamá Gulnara” que era la tercera esposa de mi abuelo materno (mi abuela de sangre murió cuanto mi mamá tenía 6 años). Nos quiso y nos consintió como verdadera abuela.... la extrañamos 💖

    ResponderEliminar
  6. Me encantó conocer a Mafepa, sin las abuelas en nuestra infancia y adolescencia, nuestros recuerdos no serían lo mismo. ¡Que gran mujer! Pues seguro que heredaste mucho de ella. ¿Sólo dime que significa pasar el huevo y el cuy? Saludos Rox!

    ResponderEliminar
  7. Hubiera querido conocerla. Debe haber sido todo un personaje!

    ResponderEliminar
  8. Es una bella historia que se dió en aquellos bellos tiempos.
    Lamentablemente el molde de ése tipo de personas se rompió.
    Gracias por compartir tan bella vivencia.

    ResponderEliminar
  9. Me encantó leer sobre Mafepa, siento que es la sabiduría que hoy despliega mi padre sobre sus nietos. No soy una experta en literatura pero me pareció una narración exquisita. Bravo Bochi... Y buena idea de Papacho...



    ResponderEliminar
  10. Siempre disfruto leerte, al hacerlo me traslado a los años vividos com mi abuelita como le decíamos con cariño.
    Yo soy Mamá Tere no me dicen ni nona ni abu, soy sólo mamá Tere. Besos

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Silla ocupada

SEÑORAS DE LAS CUATRO DÉCADAS

No te vayas mamá