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El premio (relato)

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Me he torturado mil veces pensando que los eventos casi trágicos en mi vida, debieron ser diferentes. Sucesos negativos que, por decenas, fueron llegando uno a uno, causándome revuelo y desasosiego. En ese listado de distintas etapas, también encuentro ramalazos de pequeñas alegrías. Victorias personales que me estremecieron por horas y que hicieron que, por escasos instantes, haya logrado algo parecido a la felicidad. ¿Qué hubiese pasado si no hubiese estado en ese vuelo a Santiago, en el que conocí al hombre que pondría mi vida patas arriba durante tres largos años? ¿Qué hubiese pasado, si no hubiese aceptado ese trabajo esclavizante, mal pagado y agotador en el que malgasté otros seis años de mi escurridiza primera juventud? ¿Qué, si no hubiese vuelto al hogar materno para hacerme cargo de esa mujer que ha puesto rejas en todas las ventanas, que me hacen sentir presa o, en el mejor de los casos, con arresto domiciliario? ¿Y, si al volver al barrio de mi infancia, no me hubiese...

No te vayas mamá

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Mi mami empieza a despedirse. No se irá pronto o quizás sí. Solo Dios y ella lo saben. Pueda que elijan un día de verano o este frío que cala hondo.  Da mucha pena cuando una persona empieza a perder habilidades básicas y su vida se vuelve una dependencia absurda de otros, para todo. Todo.  No puedo ingresar a su mente para saber qué piensa o cómo se siente con el hecho de que deban asearla y darle de comer en la boca hasta el jugo diario de la mañana. Tiene a Ruth, maestra de maestras en cuanto a paciencia y dedicación, pero ella también se cansa. Hemos intentado varias veces ponerla de pie, pero sus piernas ya no la obedecen; a ella, que hasta hace un par de semanas venía de visita a mi casa y subía varios escalones tranquilamente.  La vida de Blanquita ha cambiado de una semana para otra, literalmente. A causa de una fuerte laringitis, moneda corriente en estos días, debió tomar antibióticos que la han debilitado tremendamente…o quizás, no. Estando ad portas de cump...

Primera maravilla

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Conocí el Parthenon antes que Macchu Picchu. Mis amigas me decían: ¡debería darte vergüenza! No me daba. Pensaba que eran circunstancias, tiempos, oportunidades y sueños distintos.  Creo que podría resumir todo lo paseado señalando que Cusco no se ha contaminado como sucede con muchas grandes ciudades: su gente sigue siendo súper amable, de sonrisa fácil, pícaros, tremendamente orgullosos de lo que tienen. ¿Qué tienen? Te preguntaría ¿qué no tienen? Calles limpias y eso que pululan miles de turistas diariamente. Te sientes en Babel al escuchar lenguas distintas, varias irreconocibles para mí. Tienen un centro histórico muy ordenado. Sus autoridades no han caído en la falsa modernidad del cemento y de los centros comerciales... todavía. Solo he visto un edificio de tres pisos y eso ¡ya es bastante! En todo el centro, conservan limpios y pintados los balcones coloniales más hermosos que he visto, con unos tallados que ni dibujados a lapiz.  Cuidan sus plazas y sus ru...