El premio (relato)
Me he torturado mil veces pensando que los eventos casi trágicos en mi vida, debieron ser diferentes. Sucesos negativos que, por decenas, fueron llegando uno a uno, causándome revuelo y desasosiego. En ese listado de distintas etapas, también encuentro ramalazos de pequeñas alegrías. Victorias personales que me estremecieron por horas y que hicieron que, por escasos instantes, haya logrado algo parecido a la felicidad.
¿Qué hubiese pasado si no hubiese estado en ese vuelo a Santiago, en el que conocí al hombre que pondría mi vida patas arriba durante tres largos años?
¿Qué hubiese pasado, si no hubiese aceptado ese trabajo esclavizante, mal pagado y agotador en el que malgasté otros seis años de mi escurridiza primera juventud?
¿Qué, si no hubiese vuelto al hogar materno para hacerme cargo de esa mujer que ha puesto rejas en todas las ventanas, que me hacen sentir presa o, en el mejor de los casos, con arresto domiciliario?
¿Y, si al volver al barrio de mi infancia, no me hubiese encontrado con Joaquín, y me hubiese contado la historia de su vida, en cuarenta minutos, cremolada de guanábana de por medio? ¿si no me hubiese convencido de manera tan contundente con su relato fantástico que ahora solo me causa vergüenza?
Nuestro reencuentro fue estremecedor. Siempre supo que estaba enamorada de él. Tuve ese amor de platea: él actuando con diferentes chicas, nunca conmigo. Sus iris verde intenso casi hincaron mis ojos. No sabía dónde mirar. No podía ver más que ese rostro perfecto, color oliva, que me hipnotizaba. Su andar alegre, despreocupado y seguro de sí mismo, me hicieron perder el paso y tropezar dos veces. Me sentía alelada. Su perfume fuerte y barato, mezcla de cedro y pimienta, despedía un aroma que me producía vahídos placenteros. Sabía que movía todos mis cimientos, como un tsunami.
“He ganado el premio Vascon y debo viajar a Potes; ahí me harán entrega de un trofeo y un cheque por diez mil euros. Además, una cena y una ceremonia a las que me acompañarás como mi novia”, dijo exultante, con una contundencia que me produjo otro temblor. “Se presentaron ciento tres relatos y el mío se hizo del primer lugar. Hace cuatro años, logré una mención honrosa, lo que me valió una reseña en el principal semanario de allá, el Lagrimal. ¡Esto es otra cosa! ¡Recién ahí comenzará nuestra verdadera historia!”, casi gritó emocionado.
Merecía el premio. Nadie como él había sido tan consecuente y tenaz con sus escritos. Había abandonado todo por la escritura, me comentó: su trabajo, su pareja e hijo pequeño,mas no el vecindario. Nadie como él había seleccionado las mejores palabras y casi cincelado el papel a punta de lápiz, logrando, a decir suyo, pequeñas obras de arte, con efectos casi visuales. Ciertamente, solo había leído un par de sus cuentos, que aparecieron en una revista cultural del barrio, hace un buen tiempo. “Qué poca fe me tienes. ¿No has leído todo lo que he publicado?”, reclamó, haciéndome sentir mal.
Merecía el premio que había ganado. Merecía ese viaje.
“Vendrás conmigo”, casi sentenció, iluminado por alguna repentina idea.
Llegamos casi a trompicones a la agencia de viajes de Mariella, antigua enamorada suya, a minutos para cerrar. Ella también se sintió feliz por él.
Pagué nuestros tickets, el seguro médico, el alquiler del auto y un pequeño hotel.
Partimos a los seis días. De más está decir que mi madre casi sufrió un colapso nervioso. Con mucho esfuerzo y cincuenta pesos por día, conseguimos que una sobrina lejana, bastante necesitada, como medio país, viniese a acompañarla los días de mi viaje. No cabía en mí. Sentía tanta alegría que hasta pensé que Dios se había equivocado de destinatario al momento de repartir sus cuotas de felicidad.
Tomamos un primer vuelo a Madrid en el que Joaquín se empecinó en dormir, pastilla mediante, mientras yo me encontraba alelada y solo quería planear detalladamente mi estadía celestial. De ahí tomamos un vuelo a Santander y, apenas llegados, fuimos a sacar el auto para el último tramo de dos horas, hasta llegar a ese pueblito bucólico y detenido en el tiempo, que resultó ser Potes. La explicación que me dio Joaquín, al no entender ese nombre extraño fue: “como potos, pero con E.” Estaba muy cansado debido al largo viaje y se quedó mudo todo el trayecto. ¿Yo? Admiraba el paisaje y pensaba que no debía sentirme tan feliz; sentía la obligación filial de extrañar a mi madre.
¡Qué encanto de lugar! Construcciones medievales con callejuelas empedradas, llenas de flores. Caminos atiborrados de canastos, de vendedores de artesanías y de mucha madera. Barriles en las puertas que invitaban a sentarte a apreciar el lugar y escanciar una sidra, acompañada de un buen lechazo o una fabada, si tenías un poquito de frio, aunque por esos días de setiembre, el clima era ideal. Canales muy antiguos por los que discurría poca agua, unidos por puentes por los que cruzaba uno que otro lugareño.
Llegamos al hotel Infantado, tras andar por varias callejuelas y dar muchas vueltas. Joaquín echaba chispas, porque se sentía muy cansado. No me dirigió una sola palabra. Subió las maletas a la habitación a regañadientes. En ese pequeño hotel nadie te auxiliaba. Todo era blanco con marcos de madera. Tres pisos para que yo llegue al cielo.
La habitación con flores de estación en un florero antiguo, un edredón con más flores rosas y lilas, al igual que los lazos de las cortinas, en perfecta conjunción, solo podían poner más romántico el entorno. El cuarto de baño despedía esencias aromáticas de canela y lavanda, tenía toallas bordadas delicadamente; en un canastito de paja se encontraban pequeños frascos, con etiquetas también floreadas, dispuestos en fila india, con lo indispensable para el aseo. “¡Me encanta! Qué lugar tan precioso, ¿no?”. No obtuve respuesta. Fui al closet, nada. Miré por la ventana. Me asomé al corredor. Hasta lo busqué, tontamente, debajo de la mesa. Tras unos cinco minutos de estar sentada en la cama sobre la que no había revoloteado, mirando al vacío, sin pensamientos claros en mi mente, llamé a recepción. “Si, señora. don Joaquín bajó preguntando por la ruta hacia Torrelavega”.
Bajé apresurada dando un traspiés que casi me aterriza en el primer escalón. En conserjería, se miraron extrañados para -al instante- reír sonoramente las dos veces que pregunté por el premio Vascon. Nunca lo habían escuchado. “Quizás sea en Torrelavega”, me respondieron con sarcasmo.
No vi más a Joaquín, por lo que la pregunta que me ha acechado en tantos malos momentos y que ha hecho que dude hasta de la valía de mi propia existencia, cae de madura intentando hacer añicos mi triste presente: ¿Qué hubiese pasado si no hubiese sido tan tonta y enamoradiza? Por fin obtengo una respuesta contundente como un sopapo bien dado: tendría cuatro mil dólares en mi tarjeta de crédito, que fue lo que me costó traer a don Joaquín al primer mundo.
Muy buen relato !!!! Me encanto Monica Bay
ResponderEliminarExcelente, me haces transportarme con tu exquisito y detallado relato. Felicitaciones 😘🌹
ResponderEliminarQué tal Joaquín! Me encantó.
ResponderEliminarQué buen relax para empezar la mañana. Gracias por enviarme tu cuento. Patricia.
ResponderEliminarMe lindo tu relato y esas reflexiones que uno se hace. Felicitaciones
ResponderEliminarHola Roxana que bonito tu relato. Felicitaciones y el cierre justo y preciso 👏👏👏😅
ResponderEliminarMe encanta como describes los hechos, te atrapa. Cada vez escribes mejor👍🏻
ResponderEliminarMe gustó. Felicitaciones querida amiga
ResponderEliminarBravo Bochi ! Escribes muy lindo, haces q uno viva el relato !
ResponderEliminarAmiga, está muy lindo. De frente al 📕 que varios esperamos ver.
ResponderEliminarMe encantó y atrapó tu relato!!!!
ResponderEliminarSúper relato; muy entretenido y hasta con corolario.. Es una habilidad muy interesante y escasa que te estás generando de poder captar la atención y entretener con tan pocos párrafos. A mi me atrapó …Felicitaciones, Bochi
ResponderEliminarAdolfo C. Z.
PD: si me confirmas que es un biopic, me estaré riendo todo el mes amiga de mi corazón 🫢🫢❤️❤️
¡Cada vez mejor! Trasmites fielmente la idiosincracia de los personajes, dándole color y olor al ambiente en el que se desarrolla el relato. ¡Felicitaciones! Yolanda Seminario.
ResponderEliminarWow! Qué manera de atraparnos! Cuántos detalles! Felicitaciones!!!!
ResponderEliminarPlease, parte 2 ASAP.
Eleonora
Me encantó este relato, imposible dejar de leerlo, cuando comienzas la primera línea... te atrapa...
ResponderEliminarMuy entretenido el relato del aprovechador Joaquín de su enamorada que igual disfrutó al parecer el viaje.
ResponderEliminarFelicitaciones, excelente relato...
ResponderEliminarFelicitaciones por tan buen relato me has hecho vivir cada momento
ResponderEliminarQue buen cuento 😂😂
ResponderEliminarRelato muy entretenido, me gustó!
ResponderEliminarSin lugar a dudas, mereces ganar ese premio Vascon, con este relato 😂👍
ResponderEliminarIMPECABLE.MUY BUEN MANEJO DE PALABRAS Y DE MOMENTOS.
ResponderEliminarBuenas noches, genial, bello relato. La perfección avanza a pasos agigantados. Felicitaciones.
ResponderEliminarUn saludo cordial y un afectuoso abrazo virtual.
Qué buena Roxana!! Me encantó tu relato, me envuelves en la trama y wow qué final! Felicitaciones Nati
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