Dana y Valencia

Hay lugares que se quedan en uno. Eso me ha sucedido con Valencia bonita, casi destrozada por la dana, palabra que nunca había oído.

 Escribí sobre esta linda ciudad hace unos cuatro años. Titulé el post Ale y Valencia, por mi hija que radicaba allá.

 Valencia, con un cielo que te sorprende al amanecer con tonos que van del celeste al rosado. Cielo que me sentaba a contemplar desde el balcón del piso de mi hija, valenciana de corazón. 

 Valencia, con zonas muy antiguas, como la adorable plaza de la Virgen por la que, mientras escribo, vuelvo a caminar mentalmente. Tan antigua que se remonta a la  época del imperio romano del que fue parte.

Recreo mis paseos por las estrechas calles del barrio del Carmen, encanto de lugar, con cafés vibrantes, siempre llenos de gente fumando y tomando cerveza. O visito en Ruzafa sus lindas galerías. Simplemente , andar para pasarla bien. Porque allá uno la pasaba muy bien.

 Valencia y sus inolvidables paellas, cocinadas a leña, entre campos de naranjos, a las afueras de la ciudad. Atiborradas de buenos productos y el perfecto arroz tostado, “socarrat”. 

 Valencia, con la maestría del arquitecto Calatrava que logró que comprobemos cómo funcionan las ondas sonoras, sacando un laboratorio gigante a la calle. (Ciudad de las artes y de las ciencias). 

 Valencia y sus playas mansas (Malvarrosa, Patacona, El Saler). Con sus grupos de chicos hablando en valenciano. No entiendo nada. Me da pica porque en nuestro país el quechua va desapareciendo. 

 Valencia y su excelente sistema de buses que solo logran sorprenderte por la exagerada puntualidad, el orden, la limpieza. Otra pica más por mi ciudad llena de combis. 

 Valencia, esa ciudad amurallada, en la que solo permanecen en pie dos torres: la de Quart y la de Serrans, frente al rio seco,  Turia; lo que quedó del antiguo reino.

 

Valencia bonita, no tengo palabras para describir lo que siento:  fui tan feliz que hice mía esa ciudad. 

Quiero que tus males se vayan pronto: que el agua que cae por torrentes se lleve tus pesares y que salgas oronda.

 Quiero creer que todo seguirá igual cuando regrese o que la única que haya cambiado, sea yo.

 ¡FINS AVIAT, VALÈNCIA BONICA!