Mayo

Llegó mi mes, con un feriado que varios de mis alumnos desconocen pero gozan (lo conté en mi post Los chicos de Chicago), con mi cumpleaños y el día de la madre. Tres sucesos que me están agarrando desprevenida y sin ganas de grandes celebraciones. Mi nuevo estado mental y emocional solo busca paz, poca gente y lugares muy especiales. Últimamente ando overthinking. No me gusta la palabra en español “cavilaciones” (los pulpines la traducen como “sobrepensar”). No tengo dudas existenciales a estas alturas de mi vida, pero sí pienso mucho y doy vueltas y vueltas a situaciones, especialmente las que se refieren a mi país, que parece irse al hoyo, en caída libre. 

Acaban de sucederme dos cosas que me han zamaqueado: terminé por fin de leer un libro, grande y gordo, de temas políticos y chismes dentro de las esferas gubernamentales: espantoso y triste todo lo leído. Me ha dejado pensando que nuestro país FUE/ES/SERÁ botín de cualquier autoridad, ponle el color político que quieras. 

Fui a ver una película peruana, buena y triste. Logradas actuaciones, fotografía y locaciones. Hubiese pasado casi desapercibida de no ser por la reacción desmedida e intolerante, de mucha gente que la ha criticado, sin siquiera verla. Lo peor de todo es que la gente “educada” es la que ha reaccionado de esa manera. Pienso ¿qué educación recibieron/imparten en sus hogares? Esta vez, el pretexto para descalificar a quien no piensa como ellos, es la película en mención, en la que se construyen lazos afectivos entre una abuela y su nieta, de rasgos y raíces andinas. ¡Esa es la piel más temida! Son las miradas sesgadas, que invalidan al otro sin conocerlo, las que, en lugar de cerrar heridas, no hacen más que ahondarlas. A los intolerantes, les recomiendo que se guarden sus bilis y temores para las siguientes elecciones…si las hay… 

Estoy empezando y terminando de leer otro libro, cortito y contundente, próxima tarea y visita del autor en mi taller de literatura. Trata sobre cómo enfrentan la vejez distintos personajes. 

La VEJEZ: vulnerable o no, odiada o no, triste o no, reflexiva o no, sosegada o no. Decide o ella decidirá por ti. Vejez en la que emprendes proyectos o quizás dudes en ejecutarlos, como Matusalén, porque podrías no verlos terminados. Vejez en la que desearías dejar un legado, algo que trascienda y haga que te recuerden, los tuyos u otros. Vejez en la que ya no eres tan ágil, tan fuerte, tan esbelto. Vejez que se muestra oronda en una nueva arruga, en un viejo dolor, en más recuerdos. Vejez en la que no debes usar las vinchas que te gustan porque se te ve como toda una “chiquivieja”. ¡No es para tu edad! porque la ropa nueva viene con una etiqueta que dice: "viejos, abstenerse”. 

Pues yo le digo a mi vejez que no me diga nada y que pase de largo. Que no me asusta. Que, para muy pocas, pero muy pocas cosas, me siento vieja (regresaré a Alto Voltaje, lo prometo). Que quiero/pienso vivir bastante, como mi mami. Eso sí, tendré que tomar vitaminas o pociones mágicas para mi cansancio, falta de energía y memoria. Eso sí, mediré mis fuerzas y mis pasos, cada vez más lentos ...pensar que antes me decían: ¿quién te persigue? … 

Le digo que quiero observarlo todo y escribirlo todo, mientras pueda. Que la vida está hecha de momentos presentes y mi presente es este, en el que puedo hablar de lo que me da la gana, sin vergüenza, tapujos ni falsa moralina. Es este momento, que me encanta porque ya no me importa el qué dirán ni de las cosas que hablarán, total la gente siempre habla… (Pulpines: es un tango ¿o bolero?). 

Dile a la vejez que acá la esperas, sentada y con blusa de cuello alto. 

Decide, Senescienta, cómo quieres vivir esta parte grandota de tu vida, que empieza en este cumpleaños.

 ¡Arrasa con todo! 

¡Happy birthday!

La juventud es un defecto que se corrige con el tiempo (E. J. Poncela)