El Real
Nos asociamos hace una punta de años, casi como para ser vitalicios. Suena feíto porque quiere decir que ya estás bien grande, pero es bonito cuando sabes que no pagarás más mensualidades. Ese año recorrimos todos los clubes de Lima. Uno a precio prohibitivo, otro muy lejos de mi casa y el Real o Country, como muchos lo conocen, se convirtió en nuestro segundo hogar, todos los veranos. El hecho de ser chiquito, y yo tener hijos chiquitos, jugó a su favor: quería un lugar donde no se perdiesen, rápidamente ubicables para ir a almorzar el menú del día. Hablando de comida, por el club pasaron muchos concesionarios, ricos, buenos, baratos y contundentes. Si no nos gustaba el menú siempre quedaba el chifa, económico y rendidor. El día de nuestra entrevista final, a la que debíamos presentarnos acicaladitos y como una familia modelo ante la Junta Calificadora compuesta por socios, diremos bastante vitalicios, mis critters se portaron como siempre: un tanto bulleros…hasta el tel...