Odiosa griega

La diosa Atenas es bien viejita: tiene como cinco mil años de edad, estando habitada. No es por eso que la elegí para celebrar mis 35 años de casada, sino porque es un destino lejano y exótico, repleto de cultura e historia y también porque era el paso para llegar a las idílicas islas de Santorini y Mikonos, en las que no puse el pie. Uno puede planificar muchas cosas, pero a veces el destino te mete cabe. 

 Volveré y les contaré. 

Situada al sur de Europa, fundó las bases de la civilización occidental. Pues aquí me tienen, en la primera ciudad que piso que no me permite entender UNA SOLA PALABRA, oral o escrita. No todo está traducido al inglés (menos al español) así que la comunicación puede ser un poquito complicada. 

 Desde el aeropuerto, un tanto humilde -por así decirlo- para una ciudad en plena zona Schengen, me impacta escuchar que hablan bastante alto, y eso que los latinos no nos caracterizamos por conversar muy bajito que digamos. Los taxis tienen tarifa plana, lo que es un gol…en teoría…conforme avanza la noche, los euros aumentan. 

En la oscuridad me parece distinguir una ciudad pequeña, con calles angostas y antiguas. Pues de día, el impacto es mayor: encuentro una ciudad bastante caótica para mi gusto limeño de orden y tranquilidad (por si acaso, para mis lectores extranjeros, es ironía). Motos y más motos me hacen pensar por un instante que sigo en Lima. Tiendas por todos lados con fardos de telas lindas y con vestidos multicolores e innumerables cafeterías decoradas con flores, al aire libre te dan la idea de una ciudad bulliciosa, con bastante vida. 

A pesar que mucha gente la utiliza casi como puerto de paso para tomar los innumerables ferries a las islas, Atenas merece un gran espacio en tu viaje. Olvida por un momento esas fotos que piensas tomar en Corfú, con la soñada puesta de sol y desempolva tus escasos recuerdos escolares del curso de Historia y geografía para darte cuenta que esta ciudad merece mucho más, en visitantes y en cuidado. Siendo el centro del arte y la filosofía, nuestros amigos Platón y Aristóteles hubiesen regresado a sus tumbas de verla así. Como en todos lados se cuecen habas, en Atenas, los lugareños se quejan de lo que consideran una invasión de turistas que no respetan su pasado (ví a mochileros tocar las columnas y los cerámicos, e ingresar a lugares demarcados como PROHIBIDOS). Se quejan también de sus autoridades que -refieren- llenan de cemento caminos que debieran ser intangibles. No lo sentí así, al caminar kilómetros de tierra, a 40 grados.  

La Acrópolis como verdadera “ciudad alta” tal cual la traducción del griego, se divisa casi desde cualquier lado y está  -literalmente- en la punta del cerro. Me parece un sueño ingresar a la historia y sentirme por un momento parte de ella. Solo con Pompeya y aquí, he sentido ese escalofrío al irme aproximando a unos vestigios tan antiguos. 

Siento sonidos tan fuertes que casi no logro oír nada de lo que hablan alrededor: son miles de grillos, millones diría yo, que callan cualquier otro ruido. 

El Partenón -ese templo de puras columnas que fue construido para celebrar la victoria helénica sobre el imperio persa y fue dedicado, como no podía ser de otra manera, a una diosa, está desintegrándose. Se encuentra en un proceso de restauración bastante largo pues lleva más de cuarenta años, entre andamios, hecho que dificulta en algo tomar LA FOTO. Me datearon en el mismo museo de la Acrópolis y en un inglés más o menos claro que desde el próximo año se limitará la visita a veinte mil turistas diarios…la verdad en ninguna de las ruinas arqueológicas del circuito encuentras colas. Cuesta alrededor de 35 euros y el ticket es válido para visitar cinco ruinas en tres días. 

 Otro lugar espectacular es la Biblioteca de Adriano, o Biblioteca de las Cien columnas, que mandó a construir el emperador del mismo nombre, para meter todos sus libritos y que se encuentra al norte del ágora romana de Atenas. ¿Se imaginan sentarse a leer en el mero medio? 

Las calles griegas tienen nombres que me recuerdan un examen de trigonometría en el que, de hecho, desaprobaba. Están repletas de juventud y de cafeterías en donde se siente vida …y juerga. Sus iglesias ortodoxas, llenas de lámparas e imágenes, son muy distintas a las nuestras. Conversamos con un señor bastante mayor, que cuidaba una de ellas y que nos permitió ingresar fuera del horario de visita. En un inglés que contaba con cinco palabras en su diccionario mental, terminó de explicar algo de su historia con un: “Son diez euros” para luego soltar una carcajada desmolada que nos desarmó. Así pueden ser los mayores: risueños o renegones, como nuestro taxista que se perdió dentro de su propia ciudad y nos hizo dar mil vueltas para ubicar nuestro hotel, con Google maps y todo. Comida típica mediterránea, con hartas verduras y aceite de oliva. Ponen para acompañar una especie de pan del tamaño de un plato que nunca pude entender su nombre. Menúes y hoteles más económicos que otros países de la zona Schengen ayudan a los turistas.

Con un calor que calcina hasta las ideas, Atenas vale el viaje larguísimo.

GRECIA ES UN BUEN LUGAR PARA RENACER (L. Brooks)