Happy

Estamos organizando un reencuentro con mi promoción del colegio. Estoy segura que serán días geniales, en los que lo único importante será pasarla bien. 

Acabamos de perder a un amigo del aula. Esas personas que trascienden dentro de la simplicidad de sus vidas. Nuestro amigo era el personaje feliz de los cuentos. El bailarín, el jocoso, el tierno. El bonachón. Estoy segura que el día que estemos en la fiesta, nuestro querido gordito estará presente, gozando desde el cielo, como solo él sabía. 

 Siempre hay alguien a quien le calzan adjetivos dentro de un salón de clases: está el gracioso, el serio, el empático, el noble, el pícaro, el sesudo, el pesimista, el matalascallando que solo puede arrancarte sonrisas. Está el galán, el super chamba, el solitario, el pesado, el deportista. Todos somos diferentes, pero tenemos cosas en común. De esa querida promoción han partido seis compañeros-slash-amigos. Se fueron dejando enseñanzas de vida y solo buenos recuerdos. Puedes discutir con ellos, pues quizás no tengan mucho en común. ¿Te fastidian, te vuelven loco? Es mejor eso a alguien con quien nunca tienes problemas o que nunca tienen distintos pareceres. Eso es sospechoso. Puedes discutir: es la respuesta a esa discusión la que te indicará qué tan amigos son. Piensa mucho en las palabras que lanzas cual piedras al momento de discutir: pueden herir y romper lazos que parecían inquebrantables. Cuando abres tu bocota para decir algo, esas palabras ya no regresan. No hay vuelta atrás. Si tu amigo no es amable, no seas igual. Si no te presta la ayuda que necesitas, no hagas lo mismo. Si te dicen algo feo, responde con algo bonito, verás que pensarán mejor sus palabras para una siguiente oportunidad. ¿Necesita la amistad pasar la barrera del tiempo para consolidarse? Puede ser sólida así conozcas a la persona un mes o una década. Es la verdad, la honestidad de esa relación la que hará que categorices como amigo a alguien. 

 Acabo de leer sobre un interesante estudio de Harvard, relacionado con la búsqueda de una vida adulta feliz. En resumidas cuentas: las personas que mantuvieron buenas amistades y relaciones eran las que reflejaban mejores resultados en su calidad de vida, ¡eran felices! Ojo: no se necesita tener un millón de amigos como Roberto Carlos, unos pocos bastan. Una relación consolidada con tu pareja, los mejores lazos familiares, todo cuenta. 

Un matrimonio con poco afecto, unos amigos que solo generen conflictos, redundará inclusive en la salud. 

Las personas del estudio de Harvard, analizados en un periodo de décadas, rodeados de amor, paz mental, unos cuantos buenos amigos y relaciones, se sentían más saludables que los solitarios. Más que un buen nivel de colesterol a los cincuenta años, era la satisfacción de las buenas relaciones lo que mantenía sanos a esos joviales octogenarios. Las buenas relaciones, que no son pan comido pues pueden ser complicadas, no solo protegen nuestro cuerpo sino nuestro cerebro. Esa confianza de poder contar con alguien, ante cualquier situación problemática, es importantísima para la salud. En resumen: las buenas relaciones, ya sean familiares, amicales, vecinales, cercanas y realmente cualitativas, inciden en nuestro futuro bienestar, emocional y físico. Si te equivocas, reconoce tu error y discúlpate. Sabemos que es difícil porque nuestro orgullo se interpone. Mientras más te demores en decir “lo siento” más tiempo la otra persona se sentirá herida y confundida. Mientras más tiempo pase, el problema seguirá creciendo. Es difícil reparar algo cuando se rompe: sucede con los adornos y con las amistades. El chisme siempre paga mal, siempre lleva a problemas o malentendidos. Ana raja de Bea, Bea le cuenta a Coca y Coca a Dina y así sigue con todo el alfabeto, cual teléfono malogrado, con distorsiones y añadidos que lejos de ayudar, crearán más conflicto y dañarán a una o más personas. La amistad es lo más valioso que podemos tener, pero cual cristales, debemos manejarla con delicadeza. Cuidarla, limpiarla, protegerla. Necesitamos de amigos para reír, llorar, bailar, conversar y, como el estudio demuestra, para tener un hombro de apoyo y poder sentirte seguro. Empieza YA a reemplazar tu tiempo en la pantalla, en tiempo con amigos de carne y hueso. 

Que nadie te diga: PENSÉ QUE ERAS MI AMIGO, sino ¡QUÉ BUENO QUE SEAS MI AMIGO!