A los niños

Hoy que es el día del niño quiero que obsequies algo a  esos hermanos pequeños, a tus nietos o sobrinos. Al vecinito que hace bulla y te molesta. A ese niño inocente, al infantil, cuestionador, al nervioso, tímido, juguetón, al niño con TDAH que tienes que medicar, para que estés tranquilo. 

 Quiero que los eduques con amor,  en el amor y para amar a todos los prójimos: al que se les parezca y al que no. Al que viva dentro o fuera de la burbuja. Al que sepa hablar bien y al que hable como nuestro Presidente. No todos tenemos los mismos privilegios, la misma cuna. 

Quiero que les enseñes que está bien ser diferente. Único.  No es malo. No es pecado. Enséñales que pecado es que seas una mala persona. Pecado es que mientas,   que  ofendas,  que abuses desde cualquier situación de poder. 

Enséñales a defender al más débil. Que nunca se junten para atacar a alguien. Eso es de cobardes. Que nunca hagan bullying, (muy sencillo con las redes sociales). Que no se escondan en el anonimato. 

 Enséñales a respetar las canas, pero también a exigir respeto desde pequeños. Un niño no tiene  que responder preguntas incómodas, tareas no gratificantes, exigencias desmedidas. No deben dar los besos de saludo que no quieran dar. No son malcriados, simplemente algo les incomoda. No tienen que tomarse la foto que tú quieres.

 No les enseñes a ser machistas o feministas. Enséñales a ser humanos, en todita la extensión. Desde el género que tengan, o con el género que se identifiquen. Que se sientan bien. Individuos con identidad, con voz, con derechos, con deberes y con mucha empatía. 

Enséñales el valor de las cosas. Que no den todo por sentado. Que no sientan que por ser menores deben tenerlo todo  ¡ya mismo! No les compres tantos aparatos: los ensimisman, los retraen. 

Enséñales a ver todo con ojos de amor. Desde los escasos árboles hasta los animales.  Que sean responsables con sus mascotas. 

Cuéntales cómo está el planeta que habitan. ¡Qué descuidado se lo estamos dejando! Será de los niños del mañana y de sus propios hijos.  Tendrán que  reciclarlo, salvarlo. 

Preséntales el parque, los  juegos que ahora no quieren porque hay harto Netflix y Prime video. Tienen Disney para imaginar un mundo ideal, un mundo en el que no vivimos. ¿Saben del frío tremendo, cuando no hay casaquita de plumas? ¿Conocen el hambre o la indiferencia? Esa indiferencia que te hace pasar al costado de un pobre y mirar al otro lado o, pasar al costado de un gay y mirarlo demasiado. Mirarlos para comentar, para juzgar.

 Diles a tus niños que no se salten etapas. Que no empiecen a fumar, a tomar licor, a tener parejas tan jóvenes. No ganan nada y pueden perder harto. Muchas veces somos los propios padres los que los agrandamos. Tendrán una vida por delante, intensa, difícil, demandante. Que la vivan escalón por escalón. Enséñales a subsistir sin ti. A valerse por ellos mismos. A cocinarse y a limpiar. Enséñales también a ser limpios. Cuéntales que mil niños mueren al día en el mundo, por higiene inadecuada,  según UNICEF.  

Enséñales a ser justos, empáticos, solidarios, creativos, pacientes. Enséñales que está bien fracasar. Enséñales que está bien perder. Pueden llorar también…inclusive los-hombres-machos-no-lloran. Enséñales que se caerán cien veces, se rasparán las rodillas y el alma y deberán echar mano a esa fuerza que les inculcaste. Regálales amor propio, autoestima. Que se la crean. 

Regálales un libro. Descubrimientos. Museos. Mételes cultura y arte en el cerebro. Enséñales a interpretar un cuadro. Diles que pinten con colores sus miradas. Que no sean espectadores pasivos, que también creen. 

Regálales tu tiempo, tus historias, las anécdotas que los nutrirán y de las que aprenderán para el futuro. 

Busca a tu niño interior. Recuerda cómo fuiste: ese niño tranquilo,  fuerte,  que pisaba firme. ¡Cuántos sueños tenías! Dales esperanza. 

Regálales la seguridad de que nada malo les pasará. 

Pero, sobre todas las cosas: regálales felicidad.  

 FELIZ DÍA DEL NIÑO