No te cases

Llegaron las fiestas: navideñas, reencuentros, intercambios, graduaciones de cole, universidad y hasta del nido, tres veces plop!, matrimonios (¿será más económico casarse en diciembre?). Varios eventos que nos obligan a echar mano de la pobre grati. Empieza el vía crucis: ir de compras puede convertirse en la más osada de las proezas. Llegar vivo al centro comercial, sin rasguños y sin los nervios de punta por el tráfico, conlleva tener más suerte de la que creemos. Esperar que no te asalten, es otra historia. 

Empezamos con la selección: corto o largo, tela (flores o color entero),  talla (o cada vez ahorran más en tela o mi talla no es mi talla anymore). ¡Qué feo es probarte cien vestidos y que los doscientos no te queden! ¡Qué feo es que el único en el que entras, te cuesta el ojo de la cara, pestañas postizas incluidas! 

Qué feo es saber que te pondrás el vestido y te sentirás incómoda, tratando de no respirar ni moverte mucho para que no se abran las costuras. 

Qué feo es no poder comerte el buffet entero  -para recuperar algo de lo invertido- porque debes comportarte bien y aparentar lo que no eres. "¿Se sirve, señora?“,  “no, gracias“ (pero si puedes, ponme todo en un cooler gigante, para llevar, suplica mi mirada, pero el mozo no me copia). 

OK, solucionaste el tema del chachá, ahora faltan los zapatos, cartera y bijouterie. ¿Vas a comprar más? pregunta inocentemente mi esposo. Ayyyy papeeeto, las locas ilusiones te sacaron de tu pueblo, pienso para mis adentros... 

Trato de no gastar mucho, pero es imposible: por unos zapatos y cartera te cobran  la res entera. Conseguí algo que no destroza mis pies de Senescienta cansada de chambear, de pie, media vida.

Llega el día. "Amorcito, me voy a la peluquería", “¿otra vez?", pregunta asombrado mi consorte. Si pues, acabo de ir, pero eso fue para teñirme las canas que tengo por tus cuatro engendros. Ahora lo que toca es más sencillo, pero no por eso más barato: peinarme, maquillarme y listo. Me siento en la mejor peluquería de París, pero no por la calidad ¡sino por el precio! ¿De cuándo acá los salones de belleza, de barrio, se han convertido en lugares en los que se paga con tres dígitos, por cualquier cosa? Supongo que es desde que la imagen que proyectas, es importante. Y ahora vivimos en la era de la imagen personal, así que piña, gasta nomás para verte -medianamente-aceptable. 

Qué fácil es ser hombre : mi consorte usa el mismo terno hace años... casi, casi con el que se graduó, (si es que entrase)¿Corbata y camisa? Cualquiera,  ¿zapatos?, los mismos de la chamba. ¿Peluquería? Fue hace dos meses y  ya no tiene qué cortar. Así que, zas, ya está listo y gastó cero soles. 

¿Yo? Repetiré la misma operación para cada ocasión en que nos inviten, porque por las benditas redes anti-sociales, no puedes salir con la misma tenida en todas las fotos, como antes. Si, ya sé que ni la reina Leticia lo hace, y sé que es super TRENDY, reciclar, pero no quiero que me bauticen EL VESTIDO DEL PUEBLO, como a mi hija que llegó a usar la misma tenida para nueve promociones y pre-promociones a las que fue invitada. De ahí el vestidito negro de marras pasó por las manos de varias amigas suyas, para más fiestas...pero no existía FB ni IG. 

Cualquier tiempo pasado, fue mejor...