No Valentín, con palo no vale, Valentín
En mi época de cachimba, con la única responsabilidad de estudiar, solo nos interesaba pasarla bien. Nos juntábamos en alguna casa para bailar, tomar, reír, comer papas fritas y conversar. No existían los celulares así que nadie se distraía un segundo con temas que no fuesen comunes. Nada de Youtube ni Spotify: nos procurábamos cassettes donde fuese, con las canciones de moda: la Más Más del Verano de radio Panamericana y, si tu onda era solo música en inglés, el dial marcaba radio Doble Nueve. El pisco era el licor de los “pobres” y la ¿cumbia? ¡No way!, máximo salsa. Planeábamos nuestra siguiente fiesta. Se acercaba el día de San Valentín y nadie del grupo tenía enamorado, saliente, novio, amigo cariñoso y menos sugar daddy. Nació el NO VALENTIN. Ningún emperador se opone más al matrimonio, así que el Patrono del amor, el sacerdote Valentín, no necesitaría casar en secreto a las parejas y, por ende, no hubiese sido sentenciado a muerte por desobedecer a la autoridad...