Cartas a Julieta (relato)

Acabo de ver por tercera vez esta película, con un buen reparto. Romántica y cursi, con excelentes tomas que te pasean por distintas partes de la bella campiña italiana. La trama es sencilla: en Verona, ciudad italiana donde se encuentra la “casa de Julieta” decenas de mujeres descorazonadas, amorosas, fieles, devotas de su hombre o de uno ajeno, recalan por esos muros, donde sobresale el famoso balcón por el que se habría asomado la mismísima Julieta, jurando amor eterno a Romeo. Dejan cartas en llamas, repletas de historias tristes,  todas con finales mustios, que yo, solo ansiaba leer y responder tal como ví en la película. Consideraba que era mi visita más importante: más que el Coliseo, el Vaticano o Pompeya. 

Las “secretarias de Julieta” se dan el trabajo, previo pago del municipio, de contestar todas las cartas que tienen dirección de remitente. Así, buscan dar alas a amores imposibles, esperanzas a quienes necesitan una palabra de consuelo, o ánimos para seguir luchando cuando el mundo parece confabularse en deteriorarlo todo. Una pequeña nota, una palabra bien dicha, puede cambiar una vida. Me viene a la memoria “Los árboles mueren de pie” de Alejandro Casona, sobre un grupo de personas, empeñado en dar ilusiones a gente triste. Una de ellas, a punto de quitarse la vida por problemas sentimentales, recibe en el momento preciso, un ramo de rosas con la palabra MAÑANA, hecho suficiente para prestarle alguito de esperanzas: un día más. La pequeña nota le sembró intriga por conocer qué pasaría en las siguientes horas. Las fuerzas le flaquearon y decidió esperar a que llegase el amanecer con el mensaje esperanzador al que aferrarse. MAÑANA. Desde ahí se teje una bella historia de amor, que tiene complementos que hacen de ese pequeño texto, un clásico. Diferente, gracioso en partes.

 Cuánto podríamos hacer con textos bien escritos, con noticias positivas, con historias bien contadas.  Recuerdo una linda labor que me encomendaron: redactar cartas de esperanza y fe, a personas encarceladas, en tiempos navideños, que es cuando uno se torna más sensible y desesperanzado. Fueron decenas de cartas, sin una sola respuesta. Sé que llegaron a sus destinatarios, pues una amiga era la encargada de llevarlas hasta el penal de reos juveniles de Maranga. Escribí lo que pude. No quise dejar a ningún joven sin su carta.

No podía desaprovechar la oportunidad de un viaje a tierras italianas y cumplir así alguno de mis sueños que se empeñan en driblearme.
 
Debía ir hasta la casa de Julieta y conversar, convencer o conminar a que me dejasen ayudarlas, aunque sea un día, si es que no me permitían llevar algunas de las cientos de cartas que recolectan diariamente de sus muros, para contestarlas luego. 
Conocí por esa suerte que el destino te pone -literalmente- enfrente, a la tercera secretaria de esa gran legión de mujeres que labora cuatro horas diarias, de lunes a domingo. Me comentó que había en ese cuerpo de lapiceros en ristre, una peruana: enfermera romanticona que había enviudado y que sentía algo así como una comunicación subliminal con su esposo a través de las cartas con destinos tan disímiles como Tokio, Sri Lanka, La Paz o Sevilla. Las cartas que se recolectaban del día eran inmediatamente separadas por idiomas, y luego repartidas a las voluntarias con la única indicación de dar esperanzas de cualquier índole, en un máximo de doscientas palabras, a las destinatarias. No había tiempo para más, considerando el gran volumen. 
Solo disponía de una tarde libre en mi tour, así que debía poner manos al lapicero, inmediatamente. Probaron que mi letra fuese legible, requisito indispensable; saqué mi caligrafía de maestra y tracé casi una obra de arte. Aceptada. 

La primera carta que abrí pedía un imposible: una madre de dos, recientemente enviudada rogaba al esposo, fallecido instantáneamente por un accidente, que se despidiese de ella. No le perdonaría nunca el no hacerlo y se dedicaría a hablar muy mal de él a sus hijas si no le daba el adiós, como era debido, en un matrimonio de doce años. Pensé rápidamente y escribí: “Esa amorosa despedida que esperas, se encuentra en tu corazón. Esta noche, Bettina, deja una luz encendida,  para vernos y sonreírnos con complicidad, al finalizar el día. El brillo y calor de esa luz, serán los de mis ojos, puestos en ti”. No se me ocurrió otra cosa que escribir en ese corto tiempo y empecé a sospechar que no sería la labor fácil y placentera que suponía. 
La siguiente carta era una declaración de amor de Sebastiana hacia Mirabell. Nunca había oído esos nombres. Le pedía, por piedad, que se fijase en ella. Todos los días en la oficina le daba pistas del amor que sentía, y ella ni volteaba a mirar. Simplemente, respondí que, en una siguiente oportunidad, más que señas, se aproxime a conversar sobre algún tema para romper el hielo y que dejase fluir la conversación por el camino que el destino trazase. 
 Con cada carta iba reduciendo la cantidad de palabras. Llegué a contar dieciocho en una respuesta. Cada súplica, cada alma atormentada, cada continente que separaba amores, me descorazonaban, sentía que una pena tremenda me invadía y que empezaba a sentirme mal, por amores ajenos. 
Esa labor, con la que tanto soñé, me empezó a agobiar. Me di cuenta que nadie puede vivir la historia de amor de otra persona. No puedes ingresar a las entrañas que queman ese ser, ávido de afecto, de una palabra amorosa, de una mirada, de un beso. Nada que escribas en un frio papel podrá convertirse en el sentimiento que el destinatario necesita y que -casi- quiere palpar. Nadie puede hacerlo, exceptuando a Shakespeare, claro está. 
Me fui antes de que termine mi "turno", cansada, pensativa, con un tremendo dolor de cabeza. Lánguida. Olvidé dejar mi carta, no la había terminado. No pedía nada en ella y tampoco necesitaba una respuesta. Solo había escrito: mi mundo siempre serás tú, aunque ya no lo habites.

Comentarios

  1. Qué linda labor la de dar alegría con solo un lápiz y palabras bien elegidas. Te felicito

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  2. GRACIAS,POR COMPARTIRLO.ME ENCANTO 🌷

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  3. Que lindas historias escribe Ud. Saludos para su bella familia!!!

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  4. Rescato que lograste hacer lo que te ilusionaba, solo que la labor tuvo un costo. Las pelis nos dan ideas románticas de situaciones dificiles con finales felices, pero no siempre es asi. A mi tambien me gustó la peli que mencionas.
    Gracias por contribuir a dar esperanza (y entretenimiento a la que te leemos😉). Un abrazo querida

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  5. Muy bueno. Te felicito querida amiga.

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  6. Bellísimo 👏👏👏👏 se pasó Bochi, cumplir su deseo de responder las cartas de Julieta, me encantó 👏😘❤️

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  7. Great role model. Que orgullo!❤️👏🏻

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  8. Un relato único deja muchas puertas que cada lector usara.......como leí por ahí......."la vida es una comedia para aquellos que piensan y una tragedia para aquellos que sienten"

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  9. Como siempre tan interesante y entretenido, muchas gracias por compartir❤️

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