Inmensidad
Estoy en un lugar desconocido, bello pero extraño para mí. Una blanca inmensidad que me genera sensaciones mágicas. Plenitud y soledad. Los árboles desnudos, propios de esta temporada, dejan algo tétrico el ambiente.
Viene a mi mente lo que me contó una buena amiga, sobre esos viajes que se pegan en tus recuerdos como sello postal: imagínate estar en el medio de la nada. Ser un puntito en el inmenso océano, sin poder divisar tierra firme o siquiera otro velero ¿ angustiante, no? Si se hubiese malogrado el velero en el que navegaba ella y ocho personas más, cualquier auxilio hubiese tardado buen tiempo en llegar. Es en esos momentos de situaciones extremas en los que te das cuenta de lo alucinante del mundo, de lo insignificante que eres y de lo que realmente debes valorar en tu vida. De la humildad con la que deberíamos enfrentar todo alrededor nuestro, empezando por nuestro medioambiente que nos empecinamos en descuidar.
Volviendo al tremendo susto que sintió mi amiga, sucedió en el viaje de su vida a Tahiti, en la Polinesia Francesa.
Aparte de los minutos de sobresalto en los que envejeció un poquito, su estadía de diez días a bordo de un velero, fueron de ensueño.
Tahiti está rodeada por un gran arrecife de coral por lo que hay muchas conchas de abanico, de donde pueden salir perlas de colores, negras o blancas para un collar alucinante, misma cebra.
Como quiera que es un destino bastante alejado y súper costoso, te contaré un poquito, tal como me describió la tremenda travesia:
Como podrás imaginar no existen vuelos directos desde nuestro país, así que súmale el costo del ticket de tu primera conexión. Luego tomas una avioneta hasta alguna isla y si quieres movilizarte entre ellas, tendrás que utilizar una embarcación. Eso es lo más recomendable: no quedarte solo en tu super resort, en las cabañas hasta tu regreso a la civilización sino dormir en las islas que puedas pues cada una es más linda que la otra. Dependerá de tu tiempo y de tu billetera.
Hablando de billeteras: los isleños son personas extremadamente humildes, hospitalarias y se les siente felices de atenderte, sin propinas de por medio. No necesitan más que esa maravillosa naturaleza, sus cultivos y sus animales.
Puedes dormir o intentar hacerlo en tu velero. Las minúsculas habitaciones cuentan con baño incorporado y tus deshechos no van directo a contaminar el mar en el que luego harás snorkel. Cada velero cuenta con pozos sépticos.
Puedes ver ballenas por un lado o sentir que caminas en una pecera gigante por los peces de colores que andan a tu alrededor y que les podrías ver hasta los pensamientos, por lo transparente de sus aguas.
Quizás no quieras almorzar en una de las islas y decidas quedarte en el velero, para lo que simplemente necesitarás tu caña de pescar y zumo de limón para un buen ceviche.
Dicen que hubo una ruta directa desde nuestras tierras hasta la Polinesia... ¡cuándo no! nuestros antepasados, sabios a más no poder, ya lo conocían todo...y nosotros, necesitando que Google maps nos dé indicaciones hasta para el grifo!
EN UN MUNDO DE PLÁSTICO Y RUIDO, QUIERO SER DE BARRO Y SILENCIO (E. Galeano)
Paisajes alucinantes. Mucho viaje amiga, jiji. Está bien la vida es una.
ResponderEliminarLindo, Senescienta. Sentido como siempre.
ResponderEliminarEl mundo es muy grande para quedarse quieto. A seguir viajando y conociendo!! Te extraño mamita ♥️
ResponderEliminarDepredamos todo lo que tocamos , luego la tierra nos pasará la factura. Muy interesante como siempre Rox
ResponderEliminarQue bello me encantaría ir a ese lugar de ensueño
ResponderEliminarEsta sí fue una real prosa tirada al mar, Bochi. Me encanta navegar y queda pendiente en mi *wish list* un crucero. Gracias por compartir nuevas experiencias.
ResponderEliminarProbablemente no llegue a conocer esos parajes, pero tu descripción ha calmado mis ansias. Gracias, amiga
ResponderEliminarQue suerte Rox el poder viajar tanto, la vida es una y lo que más enriquece es entrar en contacto con nuevas culturas
ResponderEliminarAmo conocer nuevos rumbos nuevas culturas, nuevos amaneceres, esas experiencias que jamás olvidas, pero me gustaría dormir y despertar ya en esos sitios, porque odio todo tipo de transporte por mar o cielo, con el único que me siento segura es el que está pegado a la tierra y si yo voy manejando mucho mejor. Lindo relato me transportaste por un minuto a Tahití.
ResponderEliminarBuenas tardes alma de Dios. Quizá para mi, no sería un viaje saludable. Pero cada vez que leo las historias que comparte, me regocijo. Son historias de vida muy interesantes.
ResponderEliminarUn saludo cordial y un afectuoso abrazo virtual. Gracias por compartir.