Pijamada


Tengo media hora para llegar a su casa, de lo contrario la podría encontrar dormida y no habría opción alguna de despertarla. Una vez lo intentamos y nos lanzó una patada voladora que la hubiera querido alguno de nuestros seleccionados para concretar el ansiado -cualquiera de los ansiados goles- para el Qatar que no alcanzamos. La recojo con su maletín, pues no es chiquilla de mochilas. Tiene todos sus útiles de aseo, su muda de ropa interior, su tenida dominguera y sus pañales…el tiempo ha retrocedido treinta años, pienso, y sonrío. No estoy recogiendo a alguno de mis bebes para un sleep over, sino a mi mami con sus largos noventicinco. Quiero conversar tanto con ella y ya no puedo. ¡Qué frustrante! Sé que con sus relatos tendría mucho para escribir mi ansiada novela, que no sale, porque nada fluye. De chiquilla no la escuchaba mucho porque estaba en otras notas, con otros intereses, pero ahora mataría porque me contase su vida de joven, sus fiestas, sobre su trabajo. Quisiera saber cómo hacía para enganchar a sus alumnas y que la oyesen embelesadas, cuando los míos se aburren y solo quieren que termine la hora. Recuerdo haber estado en una clase suya de visita y todas las alumnas querían llevarme a sentar a sus carpetas dobles, en el colegio en el que trabajaba. Cómo les metió el hábito de la lectura, tan difícil de lograr, en dos horas de clase por semana. Mami, quiero saber qué sentiste al enterarte la noticia del accidente de mi papi. 

Quiero preparar el pie de limón como tú. Tiene los mismos ingredientes pero nunca sabe igual. 

Quiero que me cuentes cómo se te ocurrió tener cinco hijos. Cómo pudiste estudiar una carrera, luego un doctorado (que nunca sustentaste). 
Quiero que me cuentes qué les dabas de comer a nuestras mascotas tan sanas, si la mía con comida especial, ya va por su segunda operación. 

¿Qué sentías al pisar la arena de San Bartolo? Quiero tus palabras exactas, tú, que describías tan bien las emociones, con el adjetivo preciso. Yo rebusco en el diccionario y no encuentro nada que me guste. Existen sensaciones que no tienen la definición exacta en la RAE. 
 De los pocos recuerdos que tengo de niña, uno es en la playa: yo, sentada en la arena y tú, sumergiéndote para un buen chapuzón. ¡Mis gritos se deben haber escuchado hasta el Oriente Medio! Tanto así que tuviste que salir apurada del mar para no importunar a los veraneantes. Tu vida siempre fue así: nunca importunar a nadie. Sigilosa, con la tranquilidad y mesura que solo se consigue con sapiencia. 
Quiero que me cuentes toda tu vida, pero no recuerdas ya nada. Poco a poco las palabras se te agotan. Están cansadas como tú. Ya no hay mucho que decir, ¿no? Pues yo te digo ahora, porque no lo hice antes, que eres mi heroína. La Miss Primavera eterna. La mujer más inteligente y más humilde del mundo. 

Quiero que me recites de memoria todo Machado. Quiero escuchar lo que no quería oír de joven,  no puedo, y me da mucha rabia. 
Quiero que me cuentes cómo eran tus paseos en el Centro de Lima. ¿Cómo vestías y qué hacías para divertirte? ¿Cómo eran tus clases en La Casona de San Marcos? ¿Qué tal la pasabas con tu hermana? ¿Sabes? Estoy escribiendo una historia de ella y me falta tanta información. Podría averiguarlo con Google pero quiero oírlo de tus labios; solo así lo sabré cierto. ¿Por qué fui tan tonta y no aproveché el tiempo, en el momento en que podía?

 -Mami, cuéntame, ¡no me estás respondiendo nada! 
-Descubre tú. Me duele el codo… 

Le doy sus pastillas de la mañana y olvido si he tomado las mías. Ella me diría: ante la duda, abstente. 

Tamborillea la mesa, no sé si oyendo en su cabeza la quinta sinfonía de Beethoven. La pongo en Youtube desde el celular y le brillan los ojos cada vez más pequeños, nebulosos.

Nos vamos a tender las camas. Con su lentitud, aún las arregla mejor que yo. 

 Escucha a tus papis, a tus tíos. ¡No te canses! ¡Punky, va también para ti! Que te relaten una y otra vez, sus vidas, con las proezas, triunfos y errores conseguidos. Quizás cuando quieras oírlos, ya no te los puedan contar.

Comentarios

  1. Las más bellas historias se pierden por no escucharlas a tiempo.
    A mí siempre me gustó escuchar a mi abuela, a mis viejos, hoy no están pero viven en mi recuerdo alegremente. Te leo y te sigo, creo que ya es hora que me ponga a escribir o los míos perderán la memoria de sus ancestros. (Roxana Ibarra)

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  2. Malula como siempre porque me provocas un llanto tremendo. Tqm Rox.

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  3. Muy bonito leer tu Pijamada
    Me hiciste recordar viejos tiempos, en el que igual que tu, no escuchaba x estar en otra nota.
    Ahora que soy madre, entiendo muchísimo a mi madrecita cuando me hablaba y aconsejaba y yo simplemente era de oídos sordos. Que daria x tener a mi mamita conmigo 🥲
    Goza a tu mami al maximo!!!

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  4. Nostálgico texto que ayuda a contemplar la calidad de tiempo con nuestros padres.. Saludos profesora

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  5. Muy tierno y cierto. Cuánto daríamos por tener a nuestros padres, pero no sé puede retroceder el tiempo. Solo atesorar recuerdos

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  6. Tu mami tan dulce. Oírla siempre es un placer.

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  7. Se me llenaron los ojos de lágrimas y demoré en terminar de leer toda mocosa .. cierto .. mucho amor en vida a las mamis!! Aún me acuerdo cuando tuve la edad que tienen Romina y tu hija ahora en el cole…. Y la mayoría del tiempo sólo pensaba en mí… y ahora otra vez nueva historia

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  8. Quizá yo hubiera querido tener también 😔 ésa posibilidad. No me crié con ella, luego no hubo tiempo. Tenía que estudiar en la ciudad, nuevamente lejos de ella. Luego tener que ingresar a la comunidad y luego Lima
    Finalmente Colombia y nuestro tiempo para hablar fue siempre breve pero sustancioso. Me tocó así, no me quejo, aún quedan por ahí algunas cartas amarillas por el tiempo.
    Bueno, ya estuvo bien. Gracias por compartir. No olvide, el libro debe salir.

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