Yo, Claudia
La conocí por zoom durante la pandemia, como ocurren muchas cosas, ahora en estos tiempos especialmente largos e inciertos. Uno podría pensar que no hay forma de saber mucho de alguien a través de una cuadrícula, que desfigura miradas, que engorda, oscurece y distorsiona tu rostro, pero, sí, se puede.
No recuerdo el día, ni cómo sucedió, pero ahí estábamos sentadas, carpeta a carpeta, por así decirlo. Ella allá, yo más acá.
Desde el primer día pensé: “esta chica es bien pilas”. Existen personas que te envuelven en la vorágine de ideas que atropellan sus mentes, en la acción que sigue a tu completa y rotunda inacción, en el torbellino de emociones que, si bien no aflora mucho, sé que están.
Fue pasando el tiempo y, aparte de considerarla una chica inquieta, es decir, que tiene que estar en movimiento, también pensé que sabía bastante siendo aún joven.
Siguió pasando el tiempo y nos fuimos conociendo más, creo. Ahora la denominamos DELEGADA DEL TALLER. By the way, qué importante es seleccionar a un buen delegado de aula: no me sucede mucho porque lo hago al azar, en la primera clase, sin conocer a los alumnos, a veces resulta. Es mejor que los mismos chicos seleccionen a sus representantes. A esos chicos que reclamarán por todos, que pedirán por todos y que serán tus ojos, oídos y auxilio en el aula. Lo mismo puedes hacer en tu oficina: un buen interlocutor puede salvarte de apuros, cuando necesitas balbucear un pedido grupal.
Pues bien, nuestra delegada entró en funciones como un trompo. Sacó, puso, cambió, sugirió, todo desde la pantalla. Pronto la vi llenarse de libros que, casi, podrían taparla por completo. Corroboro que no hay forma de saber, de ser, de pensar, de vivir y de querer, sin leer. Créanme.
Más temprano que tarde, su presencia en la pantalla iba cobrando inusitada voz. Sí, había encontrado su voz. Algo que yo, aún no hallo.
¿Les ha sucedido que ciertas personas, ingresan en sus vidas, para no salir más? ¿Que agradecen al destino y a los dioses manes haberse topado con ellas? De seguro, tienes a una Claudia o Claudio alrededor tuyo. Identifica a esa persona que te ayuda, sin saberlo, que te inquieta y aviva tus ganas de aprender más y mejor.
Llegó el momento del encuentro “presencial”, también por cosas del destino porque, vamos, es difícil coincidir fuera de tu país, con alguien que habita las antípodas. ¡No me cruzo con nadie en mi distrito! No recuerdo bien, pero pensaría que vio el mapamundi, gordo, robusto y colorido, y pensó: ¿cuál es el lugar más opuesto a mi país, en geografía, economía y calidad de vida? Pues, allá voy. No pudo recalar más lejos, aunque pensándolo bien, sí. Puede hacerlo porque tiene las herramientas y las ganas. No me extrañaría que, de aquí a unos años, la sepa viviendo en algún polo opuesto al actual. Como me dijo mi hija al preguntarle porqué sus amistades emigraban a lugares extraños, difíciles, distantes y recomenzaban sus vidas en esos destinos. Me respondió fresquísima: "eso es lo que busca MI generación. No lo entenderías, mami": life goals, dreams, año sabático o años… como le llamen, con su buen hashtag por delante. No puedo entenderlo porque siempre he sido cobarde al momento de tomar decisiones trascendentales en mi vida, por eso es que no trasciendo más allá de mis cuatro paredes.
El momento del encuentro llegó. No era exactamente como la imaginaba, de seguro para ella, yo tampoco. Constaté lo que me había transmitido la pantalla: buena vibra, sed de vivir todo lo posible y bastante conocimiento, de todo. Tanto así que fue nuestra guía.
Volviendo a mi taller acéfalo, pues nuestro maestro nos dejó sueltos en plaza: Claudia tomó las riendas del asunto. Dirigió, sugirió, enseñó. Henos aquí, intentando sobrevivir y que este grupo nunca se desarme. Ha habido algunas bajas (nuestro profesor jalaba masas) pero ahí estamos dale que dale, en la batalla de la escritura. Sí, a veces es una pelea frontal porque tengo al oponente frente a mí, queriendo decirle la vela verde y que afloren palabras a borbotones, y no me sale ninguna. Es la pelea con esa manida página en blanco, lugar tan común por lo cierto que resulta.
Ahí vamos de la mano de ella. Nos ha traído al aula, con la intermediación de otros amigos talleristas, a personajes que tienen mucho que decir, porque ya lo contaron en libros maravillosos. Estoy intentando leer todo lo que puedo, pero siempre pierdo el paso porque cuando estoy en el clímax de una obra, aparece nuestra delegada diciendo: “amigos, he conseguido a Fulano de Tal para nuestra siguiente sesión. Hay que leer siquiera una de sus obras. Si no se les ocurre qué preguntarle, aquí va una lista de preguntas…” y así sigo, corriendo tras ella, tropezándome con todo, a cada rato.
Tal y cual.
ResponderEliminarGracias Rox por las lindas palabras... Quien pensaria que reirnos a través de la pantalla, paseariamos juntas por el Alhabra, tomaríamos unas cerevecitas con nuestro profe, conocería la famoso Papacho y a tu lindas hijas! Me faltan conocer a un par no más, pero quien quita que en un siguiente viaje los conozca! Un placer compartir taller contigo :)
ResponderEliminarSiento que conozco a tu Delegada. Suerte de ambas de conocerse.
ResponderEliminarTengo una Claudia en mi vida. Se llama Mariella, jaja. En tu caso te impulsa a leer. En mi caso a hacer deporte.
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