OTIS Y ATENAS (relato breve)

Me he cruzado con una persona tan forrada de prendas que apenas puedo intuir que es hombre. Podría ser una mujer con nariz inmensa y bigote ralo. ¿Pero, qué haría una mujer en este lugar? ¿Qué hago yo, en este camino desolado? Debí lanzar algunas piedritas para marcar mi camino. Ni siquiera sé cómo llegué hasta aquí. Recuerdo haber tirado dedo en el cruce del tren. Supongo que el último camionero que pasó, no sé hace cuánto tiempo, vivía por algún pueblo cercano, pero ¿dónde estoy? No diviso una sola casa en metros a la redonda. Siento los ojos cada vez más achinados, por esa hiriente e intensa luz. No hay ninguna posibilidad de sombra, ni poniendo mi palma a manera de visera para que los cubra. Debí traer lentes oscuros. Volviendo a las piedras: quizás miles de ellas me hubieran guiado, pero, ¿hacia dónde? En ningún punto cardinal me esperan. A decir verdad, solo me espera más nieve fresca, mucha soledad y silencio muy pesado. Eso es exactamente la separación. Huir de mi vida anterior, cuando el frío cala los huesos, fue la peor idea. Me pongo en marcha. Mis pies pesan mucho, porque cargan botas gruesas, forradas con piel. Están muy mojadas. Estoy segura que no llegaré a ningún destino. Parece que camino sobre el mismo sitio pues a cada paso mi pie se hunde más y me cuesta lo indecible alzarlo, para dar el siguiente. Percibo que no puedo avanzar; algo de modorra y dejadez empiezan a apoderarse de mí. Frío y hambre. También, siento dolor por tener que acarrear mis botas en unas piernas cada vez más rígidas y tiesas. Recién logro entender el significado de powder snow. Por fin encontré una compañía: un hueso largo, tirado en el suelo. Lo bautizaré como Otis. Me gusta ese nombre que creo haber escuchado de boca del camionero: así se llamaba su gato. Siento nuevas fuerzas y siento algo de calor en mi nuca: es el sol que calienta y que también puede hacerme compañía por un trecho. Si llego, solo si lograse llegar a algún lugar, agradezcan a Otis, a ese rayo intenso de sol y al camino blanco. Si no llego, espero que encuentren mi fémur. Llámenlo Atenas. Si en cambio, solo consiguen un pequeño estribo, quisiera que lo llamen con mi nombre de pila. Representaría muy bien lo que soy: alguien diminuta, sola.

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