el día más feliz de la vida

Acabo de terminar los diez capítulos de MAID, miniserie de Netflix, corta pero contundente como un golpe bien dado. A esta pobre mujer, el mundo la patea en el suelo. La hace llorar, sufrir, luchar a muerte para tener una vida decente casi desde las tinieblas y el ocaso, siendo aún muy joven. Ella se cae y se levanta cien veces ¿Por qué lo hace? No por ella, sino por su hijita. Me deja pensando mucho en la tristeza, la garra, la lucha eterna, la soledad, la mala compañía, la entereza, el golpe, la frustración, pero también las alegrías -grandes o más grandes- el juego, la risa, la inteligencia, la complicidad, el amor a uno mismo y a los tuyos. ¡Cuántas agallas tenemos! A veces debemos hacer todo solas, sin un perro que nos ladre, como en la película o, podemos tener la invalorable ayuda de nuestras madres y maridos, para la crianza y todo lo que esto conlleva, por ejemplo. ¡Qué bravo! ¡Qué tal coraje para criar hijos, trabajar adentro y afuera y tratar de estar presente en todo lo que sea importante para tu familia! Así estés despedazada de cansancio, tienes que vestirte y peinarte, para estar bien. Eso es lo que nos ha impuesto desde siempre la sociedad y nosotras, muy obedientes,  cumplimos a cabalidad. Intentamos  poner nuestra mejor cara, así tengamos arrugas o cicatrices, adentro o visibles. No dejes de leer pensando que es un tema exclusivamente femenino. Involúcrate, amiguito. Puede ser que una de las mujeres a tu alrededor se sienta algo sofocada y no sea solo por la pandemia. Piensa en nosotras y en nuestra lucha diaria. En una clase de escritura que sucedía en la película, la protagonista termina con la pregunta: “¿cuál ha sido tu día más feliz? Inmediatamente se me ocurrió pensar en mi posible respuesta y en hacer la pregunta a mis chicos el siguiente día. Pensé en mis cuatro hijos y la felicidad que sentí cuando nacieron, aunque deba reconocer que alumbrar a mi critter # 4, con un embarazo bastante más delicado por la edad, me produjo una felicidad y tranquilidad infinitas. Con los otros tres, por mi juventud, no sentía nerviosismo sino quizás aprensión por la responsabilidad, por los gastos, por el trabajo. La cuarta me encontró un poquito más sosegada y alguito más estable económicamente. Seguí pensando en mi “día más feliz”: mi matri, no fue, porque me dio un ataque de asma bastante severo. Porque sentía unos nervios espantosos. Porque me habían peinado y maquillado horrible. En cada viaje me he sentido bastante feliz pero no han sido aún los días más felices de la vida. Ver que mi libro se publique y se venda en una librería, con mi relato y el de mis nuevos amigos, me ha traído una satisfacción y alegría tremendas, pero sigue sin ser el “día más feliz” y, al igual que la heroína de la teleserie, me cuesta encontrar una respuesta contundente. No fueron los ¡cuatro! alumbramientos, ni el matrimonio, ni las graduaciones, ni los cumpleaños. No fue dormir en Capri ni pasear por el barrio latino en Paris para desandar los pasos lejanos de Vallejo y sentirme escribidora por un día. No fue intentar bailar samba en Lapa Lapa y darme cuenta que puedo hacer el ridículo, sin inmutarme. No ha sido ver carcajearse a mis hijos, como perfectos cómplices y amigos. No es el esposo maravilloso, ni los padres viejitos y sanos que tengo. Mi “día más feliz” no ha llegado. Estoy trabajando en eso. Estoy leyendo todo lo que puedo y no escribiendo tanto como quisiera. Estoy intentando enseñar a mis alumnos. Estamos sobreviviendo a la virtualidad con trabajo y sin Covid. Tengo a mis cuatro hijos fuertes y sanos. Buenos, bonitos y ahora sí, baratos, porque no los mantengo más. Tengo al querido Zambito, que después de la operación de emergencia ha quedado más fuerte y feliz que antes. Pero falta…siempre falta porque lo queremos todo, ¿no? Siempre queremos más. Quizás me choque con mi “día más feliz” en un nuevo viaje, que esperaré con ansias y nerviosismo, como siempre. Quizás sea un nieto, una boda, una fiesta de ensueño, un nuevo libro, alumnos demandantes pero que gratifican mi trabajo. Quizás sea ese pollito a la brasa que no como hace tiempo. O una buena caminata por algún malecón, de la mano de mi consuerte. De mi apoyo eterno. De mi felicidad y risas. No lo sé bien. Hoy me siento súper feliz, gracias, mi Ale.
Busco con ansias ese día más feliz de mi vida y estoy segura que cuando piense que ha llegado…¡esperaré otro más!

Comentarios

  1. ¡Qué lindo escribes!

    ResponderEliminar
  2. Qué bonito! Te deseo muchos días felices. A mi también me gustó mucho esa serie y me hizo pensar más acerca de la felicidad.

    ResponderEliminar
  3. Me gusto !!! Feliz de leerte🙂🙂

    ResponderEliminar
  4. Sigamos en busca de nuestro día más feliz, aunque si pueden ser días, mejor aún. Yo el mío lo tengo claro, será el día que nos reencontremos los 6 ♥️

    ResponderEliminar
  5. Totalmente de acuerdo,escribes muy lindo.

    ResponderEliminar
  6. Monica Bay Sotomayor27 de octubre de 2021, 10:47

    He tenido muchos momentos felices , espero se repitan toda mi vida

    ResponderEliminar
  7. Tengo muchos ¡días más felices de la vida! No si el día más feliz de todos lo reconoceré como tal. ¡Muy bueno tu artículo, Bochi!

    ResponderEliminar
  8. Tu prosa es simple, clara, ordenada, y sincera. Un gusto leerte. A proposito, tu consorte me dijo que Zambito es bien querido en su hogar.

    ResponderEliminar
  9. Me encanta! Cada vez que te leo me dejas pensando mucho.
    No dejes de enviarlos. A veces tardo en leerlos, pero siempre lo hago y saco ideas.

    ResponderEliminar
  10. Realmente cada día escribes mejor. Te felicito. Ya estoy pensando en mi día más feliz, jaja

    ResponderEliminar
  11. Es cierto, muchas veces hay que luchar solo o sola. Ésto da una gran satisfacción. Se sufre una serie de caídas, burlas y malos tratos, pero queda la satisfacción: "lo logré".
    Gracias por compartir.
    Por favor 🙏 a cuidarse mucho.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Silla ocupada

SEÑORAS DE LAS CUATRO DÉCADAS

No te vayas mamá