Veinte años después



No me refiero al fabuloso libro de Dumas sino al hecho que precisamente hoy, se cumplen veinte años del día en que el mundo moderno cambió. Nunca más estaríamos tranquilos volando. Nunca más sentiríamos placer al estar esperando en un aeropuerto. Turbantes en las cabezas de pasajeros, nos turbarían a nosotros e inmediatamente pensaríamos que debajo de ellos se escondían mil bombas. Me sucedió, poco tiempo después del 11 de setiembre que, al estar en un tren y ver ingresar a personas del Oriente Medio, ataviadas con sus túnicas costumbristas, casi salté afuera por el pavor que sentí. El mundo entero miró perplejo en vivo y en directo por miles de cadenas de televisión, cómo se desvanecían un par de edificios y con ellos, desaparecían sueños, vidas, futuros. Lo recuerdo como si fuese ayer: regresaba de una hora de clases en la universidad y recibí la llamada de mi hermana, al teléfono fijo que veinte años después permanece mudo. Me dijo llorando, recordando quizás sus años de tripulante: “no sé qué está pasando. Se están cayendo varios aviones”. Colgó y encendí el TV para ver con ojos perplejos cómo una a una, las Torres Gemelas, símbolo del vibrante y cosmopolita Nueva York que no había visitado aún, se pulverizaban frente a mis narices. Lloré también. El nerviosismo se apoderó de mí, mientras oía diferentes conjeturas de periodistas, hasta que se confirmó lo peor: fue un ataque terrorista de Al Qaeda. Desquiciado, malévolo y planeado con un trabajo de filigrana por mentes siniestras, con muchos meses de antelación. Se suspendieron casi todos los vuelos a nivel mundial, provocando un colapso sin precedentes; mientras el mundo trataba de enderezarse un poco para volver a girar. Se sucedieron una seguidilla de reportajes con impactantes grabaciones de llamadas de pasajeros despidiéndose de sus familiares, a la espera del terrible desenlace. Hechos heroicos como los de un grupo de pasajeros del ahora famoso vuelo 93 de United que iba de Newark a San Francisco, ciudad en la que, veinte años después, radica mi hijo. Este grupo de valerosos pasajeros, al enterarse por sus familiares en los benditos celulares, que otros vuelos habían sido desviados de sus rutas y tomados por terroristas para operaciones suicidas, decidieron intervenir. Se juntaron varios de ellos, con algunas azafatas y lucharon contra los cuatro terroristas quienes ya habían degollado a los pilotos y tomado el control del avión para estrellarlo sabe Dios dónde. La historia final es por demás conocida: el vuelo de United fue el único que no se estrelló en su objetivo, luego se sabría que era el Capitolio, sino en un campo abierto de Pensilvania, salvando de morir otros cientos de personas. Hay hasta una película con Nicolás Cage al respecto. Veinte años después, la seguridad en aviones y aeropuertos cambió para siempre. El resultado: colas en las aduanas, quitarte el calzado y pasar por puertas con rayos X. Detectores de metales y un tren de bandejas donde depositas casi tu vida entera con tus más caras posesiones incluidas(celular, billetera, computadora). Por más que nos quejemos, nos aburramos y creamos perder nuestro valioso tiempo en interminables revisiones de seguridad: la respuesta a todo es el 11 de setiembre, que recordamos como el ataque terrorista más devastador en suelo estadounidense. Las cifras oficiales hablan de casi tres mil muertos y unos seis mil heridos, aunque extraoficialmente los números son más abultados. Siempre sucede así en las desgracias, como ahora con el Covid: pretendemos maquillar un poco la historia para que no se vea tan truculenta, pero a los deudos no los podemos engañar. Nos enteramos de casos de renacimientos, como el del nadador australiano Ian Thorpe que, por olvidar su cámara fotográfica y regresar por ella a su hotel,  salvó de morir en el atentado de las Torres Gemelas o, unión hasta en la muerte, como el grupo de amigas que se reencontraría para una reunión de promoción y tomaron precisamente, los distintos vuelos que caerían en los ataques. Muchas vidas truncas. El último número de People tiene en su carátula a veinteañeros, cuyos padres murieron en el ataque. Nos cuentan sus vidas, tratando de encontrar respuestas y cerrar heridas. Nos relatan esas grandes ausencias y la falta que les hace tenerlos consigo. ¡Y nosotros nos quejamos porque las colas en aduana son muy largas!

Comentarios

  1. Recuerdo ese día. Preparándome como siempre muy temprano para trabajar y viendo CNN(ya en esa época había dejado de ver la pésima TV peruana) y quedé perplejo y pensé que era un ataque lo cual luego reconfirmé con el segundo avión. Luego estuvimos en la oficina reunidos en las salas impávidos y en silencio, observando horrorizados cómo caían las Torres, el ataque al Pentagono y el siniestro del vuelo 93. Algunos lloraban, a mi me embargó una sensación de vacío. Había estado allí años antes visitando la gran manzana y las icónicas Torres que nunca estarían más. Hoy hace 20 años se volvió un día muy triste para el mundo.

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  2. También lo recuerdo como si fuera ayer. Excelente recuento, sin dramas efectistas. Sigue así! Me gusta leerte.

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  3. Hay un antes y un después del 11 /9

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  4. Triste recuerdo. No me quejo por las colas interminables. Es entendíble. Todas las medidas de seguridad son pocas, cuando hay mentes enfermas.

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  5. Hoy amanecimos con el pensamiento puesto en la fatídica mañana del 11 de Setiembre del 2001. Porsupuesto Estados Unidos conmemoró y recordó a las víctimas del repudiable hecho.
    Tú en tu blog narras perfectamente el terror que ocasionó en tu corazón y en tu mente , y en los corazones y mentes el mundo entero.
    Ahora tenemos la insertidumbre sobre la muerte del genocida, terrorista Abimael Guzmán.
    Sigue escribiendo Roxi lo haces muy bien 👏👏👏

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  6. No olvidaré ese día en mil años. Yo estaba camino a la universidad después de dejar a los chicos en el cole. Entro a mi clase de matemáticas y recién me entero de lo sucedido. Cancelaron la clase, por supuesto. Muy buen recuento de ese fatídico día!😢

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  7. Creo la historia es realmente más truculenta, no han quitado censura a los expedientes del caso, algunas personas ya,sabían que esto iba ocurrir, necesitaban un buen pretexto para invadir Irak, porque? Petróleo el oro negro muy importante hace 20 años, y como los tigres se derrumbaron en forms vertical, como si fuera controlado con explosivos, y no horizontal como sucede con un derrumbamiento normal por incendio...

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  8. Como lo muestra la historia con innumerables ejemplos, este tipo de desgracias siempre ocultan algo detrás. No se sabe hasta ahora por qué no investigaron más la conexión con Arabia Saudita si la mayoría de los terrucos desgraciados esos eran saudis… y muchas otras inconsistencias sin mencionar la gran mentira del gobierno de Bush de decir que habían armas de destrucción masiva en Irak cuando no había nada … En fin, a nosotros ciudadanos de a pie, solo nos llega fragmentos de información o información distorsionada o presentada tendenciosamente según el corazoncito ( y la codicia) del Medio que la propague ….. y con el tiempo todo se vuelve tan relativo , nada es absoluto o categórico …. Pasa de todo en las viñas del señor, como diría mi abuelita

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  9. Como lo muestra la historia con innumerables ejemplos, este tipo de desgracias siempre ocultan algo detrás. No se sabe hasta ahora por qué no investigaron más la conexión con Arabia Saudita si la mayoría de los terrucos desgraciados esos eran saudis… y muchas otras inconsistencias sin mencionar la gran mentira del gobierno de Bush de decir que habían armas de destrucción masiva en Irak cuando no había nada … En fin, a nosotros ciudadanos de a pie, solo nos llega fragmentos de información o información distorsionada o presentada tendenciosamente según el corazoncito ( y la codicia) del Medio que la propague ….. y con el tiempo todo se vuelve tan relativo , nada es absoluto o categórico …. Pasa de todo en las viñas del señor, como diría mi abuelita

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  10. Excelente resumen del sentir de muchos de nosotros. Recuerdo imborrable.

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  11. Buenas tardes. Es cierto, nos quejamos de todo, olvidamos muy rápido. Es doloroso recordar, ver imágenes desgarradoras.
    Hace poco nos tocó recordar lo que fue sendero luminoso con Abimael a la cabeza. Me costó volver a ver las imágenes y lo cerca que estuve. No era mi hora, pero pude ver el dolor humano en carne viva.
    En fin, ya no quiero seguir, duele mucho.
    Un saludo cordial y un afectuoso abrazo virtual. Gracias por compartir.

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