¡Retiren eso!

Me tocó viajar y creo que la pandemia lo motiva.
Me estoy tomando muy en serio algo que leí sobre las personas que quieren escribir: deben ser observadores. En esas ando, intentando nutrirme lo más que puedo de situaciones que en un futuro puedan dar vida a un relato. 
Puede ser que ese chiquillo del que oíste dos palabras, te sirva como un personaje de novela. 
Conocí la historia de un  veinteañero que falleció hace muy poco, a causa de un accidente automovilístico. Estaba a punto de graduarse de la Universidad carísima a la que asistía e hizo añicos el parabrisas de su auto junto con su vida y la de toda su familia. 
Queda una madre bastante joven que nunca volverá a sonreír a no ser por algún vago recuerdo de su hijo que, de seguro, estará precedido de  lágrimas.
Casi todos los que fallecen se convierten en héroes, en almas buenas, nobles y puras. El entorno puede recordarte como quiera, para aligerar la pena. Es válido.
En este caso, por todo lo que leí de él, James era un chico sensible y súper carismático.  Derrochaba simpatía, entereza y valores. Alguien que miraba más allá de sus narices y eso, no se ve mucho, por ningún lado. Muchas personas solo están pendientes del bienestar propio, no del ajeno, a menos que sea para codiciarlo. 
No he podido averiguar cómo murió. No interesa, cuando el resultado es el mismo:  hacer mucha falta a los suyos.
Los padres desconsolados pensaron, a manera de homenaje, erigir un pequeño monumento simbólico (una cruz y una piedra). Lleno de flores pequeñas y multicolores, en el lugar exacto donde perdió la vida: un suburbio acomodado con casas impactantes, rodeadas de lagos, ciervos y verdor. 
La madre llega puntualmente todas las tardes, luego de su trabajo en la empresa que co-dirige, a "conversar' con su hijo y contarle su día, sus temores y triunfos nulos. He leído que cuando un hijo fallece, tu vida se detiene y nada más importa. 
Le recrimina su ausencia y sólo puede causar una conmiseración inmensa, acompañada de un tremendo nudo en la garganta, presenciar, a prudente distancia, ese triste espectáculo. 
Justo cuando me encontraba en ese vecindario de ensueño, sucedió todo. Una tarde de diálogo a una sola voz, recogió un papel que decía más o menos: "ya es hora que quiten esto". Quedó en shock por lo que fue la hija, otra veinteañera, muy amiga y compinche del hermano ausente, de armas tomar, la que se dirigió al grupo de whatsapp del vecindario. Sí, todos los vecindarios, ricos y pobres, en Perú y en la conchinchina tienen  un canal para enviar/recibir quejas, de todo calibre, vía redes sociales. 
En un par de párrafos, acompañado de fotos, hizo una defensa frontal y acalorada del memorial de su hermano. Mientras algunos vecinos argumentaban: "para eso son los cementarios", "no quiero cruces en cada lugar donde alguien muere", "el vecindario es de todos y debieron pedir permiso", "eso se debe ejecutar mediante una votación", etc. Ella tras compartir una pequeña bio de su hermano en el vecindario al que llegó a los 5 años, finalizó su escrito preguntando: "¿alguno de ustedes, vecinos, se le ha ocurrido ponerse en los zapatos de mi madre?" Respóndanse eso y luego decidan si lo quitan o no.
Hace una semana he visto que han puesto la tremenda casa a la venta. No podré enterarme de la decisión que tome la junta de vecinos, pero esa familia tampoco esperará la respuesta. Intuyo que será doloroso pero quizás sanador, dejar atrás la casa y el barrio lleno de recuerdos, pero   no importará mucho decirle chau a esos vecinos. 
Como podemos ver en todos lados se cuecen habas. En mi edificio alguien podría tener una deuda enorme de mantenimiento y no se nos ha ocurrido preguntar la causa real. No todo es dinero. En el barrio de mis padres, no se ponen de acuerdo en casi nada y se oponen a casi todo.
En la urbanización de mi pinky friend la pelea es por los espacios públicos, sí públicos, alrededor del parque, donde quieren estacionarse, como dueños de la calle.
¿A alguien se le ha ocurrido averiguar un poquito más o es solo el hecho, bastante peruano, de oponerse sin más porque: "qué tal raza, pues".

Comentarios

  1. A veces es muy difícil pedir que las personas se pongan en los zapatos de otro, pero una historia como esta puede motivarnos a hacerlo. Gracias!

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  2. Efectivamente ma chérie, hay que ver más allá de lo evidente...

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  3. Es complicado ver un poco más allá.
    Qué fuerte lo que cuentas. Pobre madre

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  4. Pobre familia. Debe ser lo más triste y duro de sobrellevar.

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  5. Si hubiese más empatía, el mundo sería otra cosa. Aleccionador.
    Me gustó como siempre tu blog.

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  6. No. No estamos acostumbrados, formados para hacernos la pregunta: cuál será el motivo? Cuál será la razón? Qué ocurrió verdaderamente?
    No, solo juzgamos y lo peor con dureza, con severidad, hasta con crueldad.
    Con ésto termino: en qué mundo queremos vivir?
    Gracias por la atención.
    Un saludo cordial.

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  7. La empatía es tan simple como ponerse en el lugar del otro para tratar de entender ….pero por mucho que se pregone, es un buen escaso

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