Estar en la universidad es una cosa de locos
Sin saber cómo, me encuentro trabajando en tres universidades opuestas en perfiles, costos, metodologías y número de alumnos por aula.
No fue algo planeado y mucho menos, buscado, pero hay oportunidades que no puedes dejar pasar porque la frase: “el tren no pasa por tu puerta dos veces” es súper cierta. Debido a la pandemia se han retirado de las aulas cientos de miles de chicos, por diversos motivos, siendo el vil metal, la principal causa. Muchas aulas se han cerrado, pero otras se abren, así que, aquí me tienen, aprendiendo a las carreras y montada sobre el caballo, tres sistemas operativos virtuales distintos, cada uno más efectivo y con más bondades que el otro. Cada sistema intentando realizar trabajos en grupo, logrando que los chicos puedan escribir contigo en la pizarra blanca, grabando y compartiendo las herramientas virtuales desde sus propios dormitorios. Esa suerte de intimidad ha conseguido que el enfrentarte a una fría pantalla, no se sienta como tal. Sigue existiendo una proximidad innegable, aun cuando estemos separados por kilómetros. Tengo alumnos que están en provincias, pues ahí los cogió la pandemia y no regresaron más. Si bien es cierto que la participación del alumno dependerá de su grado de timidez, del internet y de sus megas, casi todos se hacen sentir.
Tenemos jefaturas y coordinaciones verticales unas y otras más accesibles. Con colegas bien patas y con buena onda y con otros que aún no conozco así que me reservo el derecho de callar.
Luego de las consabidas clases modelo, que son eso: modelos de clase que no se utilizan en el día a día; tras varias entrevistas y mucho, pero muchísimo papeleo, me tienen en tres planillas distintas, aun cuando no haya recibido un cristo que me ampare.
¿Coincidencias? La más saltante: la buena vibra de la gente joven. He encontrado chicos súper colaboradores y pacientes conmigo pues también estoy en etapa de aprendizaje. He encontrado, por azar, delegados de clase, muy pilas y que me aligeran el trabajo. He encontrado bastante empeño y ganas de aprender, pero también cansancio y ansias por vivir experiencias fuera de las cuatro paredes de casa.
Me estoy topando con chicos que no han pisado sus universidades, pues están en tercer ciclo y les tocó ser cachimbos en pandemia. Chicos que no saben lo que es ir a una cafetería a sentarte y no consumir nada porque te quedas sin tu pasaje. Chicos que no entienden lo que es juntar carpetas para hacer un trabajo en grupo y pasarte veinte de los cuarenta minutos que te dio el profesor, riéndote de cualquier cosa, y solo usar los cinco minutos faltantes para presentar a la loca un trabajo que luego te querrán tirar por la cabeza.
Chicos que no tienen que buscar al personal administrativo porque se equivocaron en su apellido, en su aula, en su profe o porque fueron ellos mismos los que se equivocaron de profe o de carrera.
Chicos que no se suben a un bus y se encuentran con media universidad, como me sucedía en el famoso Chama… ¿existe aún?
Chicos que no tienen que ponerse sus mejores trapos para impresionar a alguien o que se tienen que vestir bien porque todas sus amistades tienen las últimas tabas y tú no puedes disonar. Muchos de mis chicos asisten a clases en pijama y no los culpo.
Estos chicos no saben lo que es perseguir a sus profesores hasta el estacionamiento, pidiendo una oportunidad en el examen que no rindieron por un “tremendo dolor de estómago”, que podía ser eso o simplemente el hecho de no haber estudiado.
No es justo para estos jóvenes, pero es lo que les ha tocado en suerte y déjenme decirles: ¡lo están haciendo muy bien!
Piensen que tendrán la oportunidad de conocerse dos veces, de presentarse dos veces y de agruparse dos veces. Piensen que esos avatares que son sus compañeros de aula, pronto se convertirán en piel y que esas amistades les durarán tres cuartos de vida, como a mí. Si bien la política nos ha separado unas pequeñas líneas más a un lado que al otro, cuando nos juntamos no hay diferencia que valga. El tiempo se detiene en esos preciosos minutos que se convierten en pura vida y chacota. No hay más que anécdotas de caídas, de bombas, de exámenes y de muchas fiestas, porque eso, querido alumno, también significa la universidad. Recuerda que ese centro de enseñanza superior no solo te brindará los conocimientos especializados para que luego chambees en lo que escogiste o, en lo que te escojan; la universidad es energía pura. Es ese país pequeñito y diverso, justo e injusto, con los encuentros y desencuentros que trae la convivencia.
Te deseo una carrera universitaria feliz, con conocimientos, con muchos libros y separatas leídas y aprehendidas. Con vida reída, gozada y bailada. Con compañeros que sean verdaderos seres humanos, en todita la extensión de la palabra.
Excelente sentir de profesores y alumnos. Cómo lo logras?
ResponderEliminarLleno de optimismo y positivismo tu pensamiento. Que bueno! Sin embargo, en cuanto a los resultados, como dice un artículo del The Economist, la efectividad de la educación. a distancia, virtual, online, etc, no se puede ni siquiera comparar a la de la educación presencial… Anyway, es lo que les/nos toca vivir …. Pa’lantr no más.
ResponderEliminarSi se puede querido Adolfo. Mucho dependerá de la materia que te toque impartir y de las ganas que le pongas, pero yo he visto que si se aprende, que hay una respuesta positiva y entusiasta de parte de los chicos. Lo que queda pendiente es el aprendizaje social, la chacota como dice nuestra querida Senescienta, pero soy optimista y creo que vamos a regresar pronto a la educación presencial. Un abrazo virtual, pero muy cariñoso.
EliminarMi queridísima amiga. Me encanta tu optimismo y tus ganas de vivir, y qué te digo del estilo de tu prosa. Nos ha tocado difícil, pero estoy segura que los chicos están aprendiendo y valoran el esfuerzo. He aprendido mucho de todo estoy yo también. El reto tecnológico, el material que tiene que adecuarse al medio y a las circunstancias de los chicos, pero sobre todo las lecciones que te dan los alumnos. No dejo de aprender de ellos ni un solo día. Un beso.
EliminarMirando las experiencias de mis hijos viviendo las clases on line, el tema más difícil es comunicarse con la universidad, porque ahora lo deben hacer por teléfono y eso es peor que la llamada ganadora en concurso de radio. Por lo otro, si, mi hijo menor sólo hizo 1 ciclo presencial y hasta ahora no se acostumbra a lo virtual y añora volver a las aulas y todo lo que eso implica.
ResponderEliminarMe hiciste recordar mis tiempos universitarios como alumna y después como maestra. Ojalá pronto retornen a las clases presenciales ...
ResponderEliminarNo me cansaré de elogiar tu escritura, como tampoco me cansaré nunca de leer tu blog.
ResponderEliminarFelicitaciones por tu espíritu resiliente y que inspiras a tus alumnos, gracias por compartir esta ejemplar experiencia.
ResponderEliminarExcelente, no me canso de leer tus escritos todas las semanas. Que punche para hacerlo religiosamente. Gracias por el relax semanal.
ResponderEliminarCuánta verdad y cuánto sentimiento vuelcas en tu blog. Se siente en la piel. Te felicito por tus nuevos y viejos alumnos. Yo fui uno de ellos, a mucha honra.
ResponderEliminarEscribes cada vez más bonito.
ResponderEliminarHas traído a mi memoria experiencias únicas, momentos vividos y grandes personas que siempre estarán en mi corazón. Gracias!!! ❤
ResponderEliminarBuenas tardes profesora. En primer lugar felicitarla por ésa oportunidad que le da la vida. En realidad usted se lo merece, usted es una persona dedicada a su trabajo, cosa que algunos no tienen y son incapaces de ver las bondades de su dedicación.
ResponderEliminarCierto algunos alumnos están en Apurímac y desde ahí luchan para estar presentes y participar.
Un saludo cordial y un afectuoso abrazo virtual para todos por casa.
Gracias por compartir y a cuidarse mucho por favor.