Tres veces coronada
Llegué antes de la hora. No podía más de la emoción. Conforme pasaban los minutos y, ante la apatía del resto, me fui apagando, cada una de las tres veces que me tocó ser Presidenta de Mesa, en nuestras cada vez más caóticas e impredecibles Elecciones Presidenciales.
Antes de asistir me había capacitado, con mucho ánimo
la primera vez y para cumplir con mis obligaciones cívicas en las dos siguientes.
En las elecciones Presidenciales, mis dos secretarios fueron, por
coincidencias de la vida, egresados de mi alma mater, por lo que las burlas, rajes y chistes, estuvieron a la orden del día. Nos poníamos muy serios
cuando ingresaba algún votante y lo tratábamos con el respeto que el acto del
sufragio merece. Apenas se retiraban, empezaba la chacota, a la que se unieron algunos
personeros, exceptuando a los de dos partidos tradicionales que encabezaban las preferencias. Ellos solo
observaban todos nuestros movimientos al milímetro, dispuestos a impugnar votos por
quítame estas pajas.
Podía ordenar silencio y todos se callaban. Pedía una
galleta e inmediatamente aparecía en mi trono. Mis deseos eran órdenes.
Indefectiblemente, los votantes me agradecían, me
obsequiaban lo que tuviesen a mano (creo que veían mi cara de hambre, pues el
refrigerio que la ONPE nos proporcionaba era bastante light: un juguito en caja
y dos paquetes de galletas de soda). Me hacían sentir muy bien.
Quisimos apanar a la última persona que llegó a votar a cinco
minutos para que cierre el ánfora.
Luego vendría el recuento de votos, de manera manual,
con palitos anotados en unos planillones que parecían sábanas queen, en las que debía escribir de puño y letra, con el mismísimo lápiz Mongol otorgado por el gobierno, cada número
de algunos de los cien mil congresistas en los que los incautos votantes habían
depositado fe y voto.
Luego sería escoltada a otro lugar para dejar el
ánfora, por unos soldaditos de plomo a los que más provocaba cuidar, que temer.
Las veces siguientes, las ganas y ánimos de mis
secretarios fueron diametralmente opuestos. Dos señoras que despotricaban contra
el gobierno por haber salido sorteadas, cuando tenían mucho que hacer en sus
casas. Y la tercera vez, ni siquiera recuerdo, por lo que creo, debe haber sido
más tedioso y mis secretarios, más displicentes y
renegones.
En una ocasión me pagaron veinte soles y me dieron un
diploma del tamaño de mi mano. En las otras, las gracias. No quería nada: cumplir con tu deber es gratificante.
Nunca más me llamaron para ser Presidenta ni suplente.
Creo haber hecho bien mi trabajo y haberle dado alguito de vuelta a mi país.
No sé lo que pasará este domingo.
Quiero creer que saldremos de esta tremenda
crisis.
Quiero creer que seremos inteligentes al votar y no
nos dejaremos manipular por los impresentables que candidatean sin haber hecho
su tarea, sin ser capaces de emitir un par de oraciones completas, sin haber pagado sus delitos con cárcel.
Este domingo, cuando vayas a votar, con todo tu miedo y tus medidas sanitarias por el Covid, agradece a tu Presidente de Mesa. Quizás no le debes invitar nada por temor el contagio; indícale tu número en la lista y facilítale en algo el
trabajo. Cuando termines esos pesados minutos en la cola y regreses a tu
casa a esperar el flash de terror, tu Presidente-por-un-día seguirá ahí, al pie del cañón, esperando que
todos cumplan con sufragar.
Hazlo sentir importante e imprescindible, como me
sentí yo, tres veces.
Me hiciste acordar cuando fui dos veces presidente de mesa. Eso si para engreir a mis acompañantes del día lleve de todo, mismo picnic ya que finalmente es un día que debemos celebrar ya que podemos ejercer nuestro derecho (aunque cada vez elegimos peor) pero es algo que no nos lo pueden quitar. Eso si, fui amable con los votantes y muy tirano con aquellos personeros que pensaban que tenían algún privilegio y podían saltarse la cola. La segunda vez llame a los de la FAP y delante de ellos le dije al malcriado aquí quien manda soy yo y lo que diga es ley sino los acompañas. Así es el poder que tenemos hoy los ciudadanos le dije. Calladito nomás se fue al final de la cola.
ResponderEliminarMande usted, señora presidenta!
ResponderEliminarTres veces, qué patriota.
ResponderEliminarSi yo también fui Presidente de mesa y personero ...realmente es un trabajo arduo...pero quede satisfecho por que cumplí con las obligaciones que mi Perú me encomendó...lastima que No gano mi candidato
ResponderEliminarMe has hecho recordar que también pasé por eso y fue una linda experiencia. No la repetiría ahora, por las circunstancias.
ResponderEliminarGracias por tu post.
Fui personero en mi juventud. Casi nos fuimos a las manos peleando voto a voto. Q épocas.
ResponderEliminarGracias a Dios, sólo una vez fui presidente de mesa, y digo gracias a Dios, porque tener que lidiar con esos personeros, fue estresante...
ResponderEliminarY hablando de las elecciones directamente, que lamentable que siempre nos pongan en la posición de elegir el mal menor.
Como bien dices , hay que agradecer a los miembros de mesa, especialmente en estos tiempos tan peligros teniendo en cuenta la última variante que apareció en Brasil 😮 .
Este domingo creo que será muy diferente, para mal, por la pandemia.
ResponderEliminarNi siquiera iré a votar.
Hace mucho tiempo por sorteo
ResponderEliminarfui secretaria en las votaciones presidenciales y sentía que tenía que ser muy responsable y dar todo de mi para no cometer errores y estaba muy contenta y orgullosa de ser parte de la mesa de sufragio. Ahora las cosas son diferentes por la pandemia, los contagios, etc. Voy a ir a votar este domingo 11 de abril bien protegida como debe ser porque quiero cumplir con mi deber como ciudadana peruana. No voy a decir por quién voy a votar porque es secreto solo espero que el candidato ganador haga las cosas bien en pro de nuestro país y por el bienestar general de todos los peruanos.
Hoy recién puedo leerte después de mucho, como le decía a Chito ya extrañaba la, lectura antes de morfeo, este Domingo como siempre y con mayor razón luego de leerte, mucho respeto a los miembros de mi mesa.
ResponderEliminarAlex B.
También he sido
ResponderEliminarPresidente de Mesa, y he salido con la misma grata satisfacción de haber contribuido con la democracia en mi pais
Que valientes los que vsyan a, ser miembros de mesa,, otra, falla, garrafal de este gobierno, yo ire a votar para ayudar a mi pais salir adelante, bastante dificil, con nuestra idiosincrasia e ignorancia
ResponderEliminarBuenas noches. Es cierto. Lamentablemente tenemos la idea errónea: "es su trabajo, es su obligación, no hay nada que agradecer".
ResponderEliminarAl contrario, se debe agradecer el servicio prestado, es todo un día, tal y como usted lo describe.
Un saludo cordial y un afectuoso abrazo virtual para todos por casa.
Muy actual tu artículo mi querida amiga. Los que hemos pasado la experiencia de ser Presidentes de Mesa, tenemos muchas anécdotas que contar. Lo principal es cumplir con el deber cívico y ser amena la elección, eso es actitud. Que Dios nos ayude este domingo.
ResponderEliminarCon tus escritos siempre recuerdo situaciones que me han pasado.
ResponderEliminarSiempre me traen a la memoria mis propios recuerdos.
Se agradece esa facilidad de transportarnos a nuestros propios eventos.