Hotel California (relato)
Lunes 26:
Cada que oía la canción Hotel California recreaba en
mi mente alguna historia un poco truculenta, en la que la mezcla de drogas y
excesos eran parte del relato que solo yo podía visualizar.
Siempre supe la letra de memoria, no solo porque me encantaba
la canción, sino que, precisamente por eso, la había llevado como ejercicio
para el aula. Con espacios en blanco, en algunas palabras claves, para que mis alumnos
rellenasen con lo que su agudeza auditiva y comprensión oral consiguiese. Esas
palabras tenían un significado desconocido que los estudiantes debían
descifrar, sin un diccionario. Así fue creciendo en mi cabeza el mito de la
canción, alimentado en parte por las historias que mis alumnos recreaban, como parte del ejercicio.
Siempre creí que existía un mensaje oculto en la letra,
así leí hace algunos años en una revista antigua. Nunca pude descifrar nada
de nada. Volteé la letra al revés y al derecho y no aparecieron nunca esas palabras secretas
que, estaba segura, iban dirigidas solo a mí.
Tengo al famoso Hotel California al frente. Muy cerca,
pero lejos a la vez pues no puedo cruzar fácilmente todas las pistas que me
separan para entender esos misterios que capturaron mi juventud y que hicieron
volar mi imaginación a este estado en USA al que he caído por algún otro azar
del destino, que no sé explicar.
El hotel California luce viejo, casi tanto como la
canción. Desvencijado y prácticamente desierto, desde la otra orilla, solo muestra
decadencia y tiempos mejores, como todo momento pasado.
Me llama con esas luces deslumbrantes, demasiado,
pienso, para un hotel de dos estrellas. Me cuenta de interminables fiestas en el
lobby, que hacía las veces de bar o de salón multiusos. Salón que se llenaba de juventud y licor. Fiestas eternas que empezaban en ese piso de tablero de
ajedrez y terminaban en las habitaciones con “mirrors on the ceiling”.
Muchos veraneantes hippies recalaron, para
descansar de las autopistas sin fin que existen por estos lares, camino a Santa Cruz o Huntington beach. Precisamente
una de ellas, la I-880 acaba de lanzar una piedra a mi parabrisas, quiñándolo.
Quienes ingresaban para descansar unas horas,
terminaban quedándose. Lo sé porque lo dice la letra: “puedes registrarte pero
nunca podrás irte”. Solo escribirlo pone mi piel de gallina. ¿Cuál es el
secreto que esconde ese hotel?
Acabo de leer que no queda aquí en California sino en
otro estado. Dicen que todo es mentira: ni la letra tiene mensajes ocultos y tampoco quedaban los huéspedes como prisioneros. Pero lo tengo
aquí al frente y hoy estoy decidida a cruzar los seis carriles que nos separan,
para salir de esas dudas que han maltratado mi mente por años.
¿Quién es el Capitán? ¿quién es la chica? Sé que solo
piensa en dinero, en joyas y excesos, pero ¿quiénes son? ¿será una pareja
real? ¿recién se conocieron en una de esas interminables noches de farra, alcohol y drogas de los 60´s? ¿siguen juntos?
Muchas preguntas dan vueltas a mi cabeza y pienso que
si he llegado hasta esta acera, frente al famosísimo hotel California, tengo
que salir de dudas. Cruzaré esos seis carriles y yo misma responderé las
preguntas que hicieron de esa famosa melodía, un himno a la incertidumbre, al
menos, a la mía.
Conozco los Mercedes Benz. Son especialmente los modelos antiguos, los que también nos
hablan de decadencia; de jóvenes apuestos y chicas lindas, que no piensan tanto
en Tiffany, porque nunca en su vida han pisado una joyería. Para agregar más coincidencias a mi destino, hay un auto de esa marca, estacionado cerca, tal como muestra la foto que acabo de tomar.
Parqueo mi carro en un garage a unas diez
cuadras del lugar. Es más fácil llegar a pie, me dice una voz
¿interior? Encuentro un lugar que cobra diez dólares por tres horas, nada mal
para estos tiempos.
Sé por la letra que una joven me recibirá en recepción.
Qué lástima que no sea de noche. Hubiera recreado la canción completa, aun
cuando el tañer de la campana gigante de Mission, no se escuche hasta aquí.
Mission con su genial Spark, vibrante y bullicioso, con más fiestas interminables, pero tan modernas que son sosas, como los jóvenes de hoy. Volveré
a Mission, aun cuando tampoco sea el que la canción menciona (“I heard the mission
bell”). Quizás se refiera simplemente a la campanilla con la que cada visitante anuncia su llegada, en esos hotelitos que no tienen al recepcionista esperando
por ti.
Por fin estoy lista para cruzar la autopista y el
umbral de mis dudas. Sé que demoraré algunos minutos pues debo
encontrar el momento preciso, con escasos vehículos, de manera que no muera
arrollada. Todos esos pensamientos dan vueltas en mi cabeza mientras tarareo el
coro “Welcome to the hotel California/such a lovely place”. Es falso, no es un
lovely place, pienso, mientras vuelo por los aires, golpeada por un
motociclista que con su Ducati parece haber salido de la canción de mis pesadillas.
Me ha jalado mucho, ma, tremenda manera de escribir!! Por cierto, esta es una de mis canciones favoritas de todos los tiempos.
ResponderEliminarMuy buena historia de una muy buena canción.
ResponderEliminarUn clásico atemporal.
Me encantó amiga. Buenísimo como todos tus escritos.
ResponderEliminarQ bien escribes, me ha transportado a aquellas épocas q menciona la canción, es más mi memoria había olvidado esta música y me has hecho dar cuenta q el tiempo vuela !!
ResponderEliminarNo me había detenido a escuchar la letra. Pero me has hecho recordar buenos tiempos. Ya nos contarás tu visita al Hotel California 👏👏
ResponderEliminarMejores cuentos, mejores publicaciones y seguimos esperando el libro.
ResponderEliminarSencillamente genial. Casi estoy ingresando a un hotel que no sé si existe o es solo la canción, pero me he transportado así como lo hacía con The Eagles
ResponderEliminarGenial, usted ya debe publicar un libro.
ResponderEliminarGenial, como siempre!
ResponderEliminarMejoras con el tiempo y nos transportas de la mano con tus historias. Siempre me quedo con ganas de leer más. Por q son tan cortas?
ResponderEliminarGracias por tus relatos! Esta vez me pongo a pensar en tantas películas ambientadas en hoteles... Entre ellas, El Resplandor hasta ahora me pone la piel de gallina!
ResponderEliminarMe gustó mucho tu narrativa, te traslada al contexto de esa época y te atrapa... Sigue escribiendo. Felicidades.
ResponderEliminarRoxana lindo relato! De hecho esperamos la segunda parte que paso despues que viste el famoso Hotel
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