Aprendo contigo
Primera llamada: Señora Benita XXYY, buenos días, llamo de la
Operación Tayta… “no gracias, no tengo tiempo, llaman para molestar nomás”.
Insisto luego de un par de horas. “Si, señorita, qué quieres?”
Le explico un poquito sobre los Voluntarios del Bicentenario y la Operación Tayta. Me escucha
atentamente y me pregunta a boca de jarro: “¿me vas a dar el Bono que no me ha
tocado”? Nueva explicación. Entiende todo clarísimo y empieza a animarse. Nos
quedamos conversando 28 minutos y termino agradecida y feliz.
Ella –Benita- tiene Covid, y vive en situación de pobreza extrema, pero
tiene esa paciencia de santos y la sabiduría para aceptar lo inevitable, que me faltan.
Todas las personas que figuran en mi lista de llamadas, tienen el común
denominador de ser pacientes Covid, y estar en situación de vulnerabilidad.
Todas viven en Pamplona Alta; no sé dónde queda y me avergüenzo cuando Kelly,
la más pícara, me pregunta: “¿de dónde eres Doctora, cómo no vas a conocer
Pamplona Alta, pues? Varias me dicen doctora…in my dreams…más explicaciones.
Reciben con cariño y esperanzas, con ansias y gratitud, esas
llamadas telefónicas. Quieren que sea con video la próxima vez para conocernos virtualmente. Siento que aprendo mucho de ellas: teniendo todo en contra, poseen una
tranquilidad, esperanza y fe en los días que vienen, que yo, estando en modo
Merino-Vacancia-Vizcarra-TC, no tengo.
Hoy me quiebro por mi país que duele y no puedo seguir con mis conversaciones,
porque debo darles ánimos, fuerzas y lograr que mi llamada telefónica les
sirva de compañía, en momentos, en los que , quizás, atraviesan la peor situación de sus vidas.
Hoy converso con Gregoria (28) (Covid, embarazada y con dos hijos pequeños de 8 y 4, muy resfriados). Me cuenta que ahora sí, ya no sale, porque le dan miedo las marchas, por su bebito en el vientre, sino ella misma "lo hubiera botado a Vizcarra" , por no darle su bono ni su canasta de víveres. Se ríe bastante. Más explicaciones y risas. Es una joven muy alegre y, dentro de todo, se le siente feliz. Felicidad y esperanza.
Otras, como Manuela (68), están agradecidas, porque les tocó el bono. Me dicen: “doctora,
hoy estoy muy bien, deben ser las medicinas que me trajeron” y me repite todos
los nombres de los medicamentos. Sigue pensando que soy médico, aun cuando me he identificado
desde la primera llamada. Comenta que
sus hijos dicen que es muy suertuda porque le tocó dos bonos y canasta de
víveres. “No me puedo quejar”, añade. Ella, en situación de vulnerabilidad
extrema no se queja de nada, y se siente agradecida con lo poco que tiene.
Optimismo y gratitud.
Casi ninguna cumple con el aislamiento social, aunque aseguran estar
siempre con mascarilla. Refieren que no tienen otra opción y las entiendo.
Me describen malestares corporales y dolores, a pesar que
algunas ya han sido dadas de alta. Dolores en la espalda, que dicen les “quema
y arde”.
No tienen trabajo y tienen por lo menos una enfermedad
crónica. No sienten culpa por contraer el virus. No sienten tristeza ni depresión,
excepto una.
No tienen mucho dinero para cubrir sus necesidades básicas,
pero siempre tienen qué comer y refieren hacerlo de manera saludable, “bastante
verdura con kion, doctora”, “preparo sopitas y mucho mate, con hierbas del
mercado”.
Tu fuerte y continuo dolor de cabeza, Luz, tu hernia, Benita, la gastritis de
Manuela, no les produce ningún miedo, tristeza o desesperanza. Solo saben
que deben seguir luchando y buscando la manera de subsistir por sus hijos y
nietos. Esos nietos que, todas las que son abuelas en el grupo, refieren, les
alegran mucho la vida, con sus ocurrencias y sus juegos. “Son bien sabidos mis
nietos, doctora”.
No sé qué sucederá en los días inciertos que se avecinan, pero tengo
sus teléfonos y seguiremos acompañándonos y aprendiendo.
Gracias Manuela, Gregoria, Benita, Jeny, Angelina, Luz y
Yazlin. Gracias, Ana María: con ustedes estoy aprendiendo a tirarme a la
espalda las pocas adversidades que tengo en la vida, predecible y
rutinaria, que llevo. Aprendo a ser paciente y agradecida. Aprendo a ser más feliz, con
cosas tan simples como mirar el parque.
Gracias Operación Tayta por darme la oportunidad de aprender.
EL MEJOR EJERCICIO PARA EL CORAZÓN ES AGACHARSE Y LEVANTAR
PERSONAS. (John Holmes)
Lloré, no sabía de esa operación Tayta. Dónde averiguo para apoyar.
ResponderEliminarConmovedor ..y motivador En este tiempo difícil ..unos a otros nos damos fuerzas para continuar.
ResponderEliminarY yo pensando en el cortr de cabello urgente que necesito. Me sacudiste.
ResponderEliminarMe gustaría saber de este voluntariado.
ResponderEliminarQue bonito relatas todo. Te felicito doble.
Preciosísimo ma, qué orgullo! Gracias por inculcarnos desde siempre a ayudar al prójimo.
ResponderEliminarEs cierto, tenemos mucho por aprender. Yo el primero. Son felices con poco, sin embargo yo me lamento, me quejo, caigo en depresión y olvide de reír.
ResponderEliminarEs la de esas personas en un mañana mejor. " Mañana será pues".
Un saludo cordial y gracias por compartir 👍.
Mucho por aprender y mucho por dar.
ResponderEliminarWuauuuu...una lección de vida. Gracias por compartir.
ResponderEliminarParece que aquellos que ya no tienen nada que perder excepto la vida,valoran mas todo lo que les rodea.Es una dura realidad, me dio mucha tristeza.
ResponderEliminarCuánto nos enseñan. No sabemos agradecer lo que tenemos y solo nos quejamos.
ResponderEliminarMe inflas el pecho de orgullo Mamita hermosa!
ResponderEliminarOhhh qué maravilla lo que estás haciendo amiga, ya te preguntaré para, ver cómo puedo apoyar. Proud of you!!!!
ResponderEliminarExcelente!! Felicitaciones!!
ResponderEliminarQue bien leerte, y que buen mensaje y lo que est 'as haciendo. Ayudar al prójimo en estas difíciles circunstancias.
ResponderEliminarSensible y motivador. Lecciones de vida para todos. Me gusta mucho leerte.
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