¿RELAX?
El sábado por fin pudimos ingresar a la
playa más linda del Sur: linda y privada, privada y pulcra, pulcra y vacía. No sé
si un adjetivo sea consecuencia del
anterior, lo cierto es que entramos y sigue siendo maravillosa. Llevaba a
mis critters de pequeños porque era una taza de agua, luego no dejaron entrar
más porque se llenaba demasiado. Detesto mentir pero como a los guardianes de
esa playa, no le gustan los intrusos, tuve que decir que iba a ver a mi
amiga Farah, que no tiene un depa ahí, aunque me prometió hace años que si
alguna vez adquiría uno, sería su primera invitada. Tampoco sé si sigue viviendo
en el Perú, porque es de los pocos adultos mayores que todavía no utiliza redes
sociales, le he perdido
totalmente el rastro. La única vez que
me pareció verla, la confundí con la pareja de turno de un amigo, obviamente resultó
no ser ella, así que culparé a la oscuridad de la noche en ese restaurante a
media luz. Quedamos en encontrarnos dos parejas: el clon de Farah, no recuerdo el nombre de la chica, pero, al fin y al cabo, nuestro amigo
ya cambió de pareja, así que ya no necesitaré memorirzarlo.
Estuvimos todo el día en la playa y hasta nos bañamos, aunque
parecía a punto de nevar por el frío. Luego salió sol pero no el que calienta el agua: por estas
latitudes sigue siendo helada.
Solo había llevado chocolates y galletas,
así que con mucha pena, nos retiramos del lugar a las 6 pm. buscando dónde
almorzar. No encontramos ningún restaurante que cumpliese con protocolos mínimos y
en el único que los cumplía, no dejaban ingresar a mi critter # 4. Punto para ellos.
Terminamos comprando chifa para comer en la casa. Un buen chifa nunca
decepciona, aunque ya no sean los restaurantes más económicos, junto con las pollerías. Si es muy barato, desconfíen de la higiene. Me
ha sucedido, encontrar en uno de los chifas más conocidos, sabrosos y cómodos de
mi distrito, dos cucarachitas martinas, no una, DOS, por lo que no he vuelto a
pisar ese lugar. Un chifa bien taipa, es rendidor, así que tienes comida
para la noche, y como comprenderán, soy muy ordenada con mis alimentos.
El domingo, se nos ocurrió ir a bicicletear en la tarde:
craso error, estaba más lleno de bicis que Amsterdam, lo que por un lado me
produjo alegría y por otro, la caída estrepitosa de mi enana # 4. Tan estrepitosa
que salió disparada un par de metros y a su mini bici se le rompió todo lo que
le faltaba romper, producto de su aprendizaje en dos ruedas. Demás está decir que casi lloro con ella. Solo las madres me
comprenderán: queremos sentir el dolor físico de nuestros hijos y que a
ellos se les pase. Como siempre, ¡mi consuerte
me culpó por esa caída! Felizmente, aguerrida y adolorida, mi enana le echó la culpa a su bici, exigió la
compra de otra y siguió montando. Pude observar que varias personas quisieron
acercarse a ayudarla, no como a mí, que cuando me caí, me dejaron desparramada en el suelo. A cualquier persona medianamente normal, los niños le producen una
ternura infinita.
Siguiendo con nuestro camino por todo el malecón de
Miraflores, Barranco y Chorrillos, nos topamos con un indeseable que montaba su
bicicleta y era seguido por un chihuahua de cinco centimetros, sin correa, que
estuvo a punto de ser arrollado unas diez veces en un par de minutos. Estábamos con los nervios de punta por el desdichado perrito. Mi
consuerte fue a recriminar a su dueño, quien resultó ser
el típico matón de barrio que puede hacer lo que le da la gana porque ES SU PERRO. Como estaba bien grandecito y parecía estar en las nubes
por alguna sustancia, tuvimos que emprender la retirada y llamar a un Serenazgo
que vimos a media cuadra. Ojalá hayan llegado a tiempo. Leí alguna vez que
quienes maltratan a los animales, no pueden ser buenas personas. Lo suscribo.
En el camino de regreso, nos conectamos a Zoom para oír lo que un candidato a la presidencia tenía que decir a un disque grupito selecto de profesionales. No me compré el cuento.
No sé qué pasará en las siguientes elecciones pero parece que tendremos a los mismos de siempre, postulando por eterna
memoria, quizás por otro partido, hasta que les ligue, total, se vive bien rico de las donaciones pro campaña electoral, sin
tener que trabajar duro y parejo, como el común de los mortales. Qué pena por
mi Perú. No le creo a ninguno: me parece que todos quieren hacer lo que sus antecesores: entrar a robar, beneficiándose de leyes con nombre propio, o con lobbies, con negociados bajo la
mesa y no pensar para nada en soluciones para el país que, según dicen, tendrá un 2021 medio catastrófico, económicamente hablando. Investiguen a sus candidatos. Por lo menos, que no sean delincuentes convictos y/o confesos. Fíjense en sus planchas y en sus listas congresales, para que después no tengamos a toda la banda del choclito, DNI falso incluido, como Padres de la Patria.
Al regresar a casa, como nuestro ejercicio de rigor había sido muy corto, decidí utilizar nuestra flamante trotadora: sí, cambiamos la elíptica por este aparato que, espero, funcione y me quite los diez kilos de exceso que la máquina anterior no pudo. Seguiré culpando a esta pandemia que, por fin, empieza a descender en números rojos. Ojalá no venga una segunda ola, con la reapertura de la fase # 4.
Volviendo a la trotadora: tiene una pequeña correa con un
gancho que debes sujetar a tu ropa, cada vez que corres, de manera que si te
caes, se produce una parada de emergencia. Probé el dichoso dispositivo y
constaté que funciona tan bien que esa abrupta parada casi me manda hasta el parque por el tirón que me dio. Ahora necesitaré unos días de reposo
hasta que me deje de doler ese fuerte jalón, con aterrizada incluida que se
supone, debía funcionar, para evitarla.
¡Así no juega Perú!
Muy gracioso todo lo que te ocurre.
ResponderEliminarMe encanta leerte.
Tuve un chihuahua. Son delicados. No debería estar corriendo tanto, como mencionas. Qué abusivo el dueño
ResponderEliminarMe gusto. De todo un poco...Que playa es??:)
ResponderEliminarHola Roxi. Tengo envidia sana de todo lo que haces con tu consuerte y tú peque: meterte al mar, montar bicicleta y tener situaciones graciosas en tu cotidiano vivir.
ResponderEliminarSigue escribiendo yo te sigo leyendo aunque no siempre comente.
Me río solita leyendo todos tus percances. Ojalá tu bella hijita no se haya golpeado mucho.
ResponderEliminarQue valientes de darse un baño en el mar helado muy entretenida la descripcion de un domingo de pandemia y que Dios nos coja bien confesados con los super candidatos en nuestro pintoresco Pais
ResponderEliminarqué rico!!!
ResponderEliminarRecuerdo las hermosas playas de Lima, alguna vez están tibias sus aguas, porque lo que si recuerdo es que no tienen arena, sino piedritas de colores, algunas de ellas ahora adornan mi baño en un cuenco de cristal. Saludos y hasta sentí el frío
ResponderEliminarCierto, solo una madre puede sentir el dolor de un hijo.
ResponderEliminarEn cuanto a los candidatos, que miedo. Más de lo mismo o peor. Una pena.
Es beneficio salir de paseo teniendo todas las precausiones bien Roxsnita diviertete.
ResponderEliminar