Yo, Claudio



No he escrito de futbol, porque no sé nada. Sé que nuestro campeonato es malo si lo comparamos con ligas medianamente aceptables de Sudamérica. Ni qué decir de la liga europea, en la que nuestra alicaída hinchada ha tenido que recalar en búsqueda de buenos partidos. En la actualidad, los peruanos  se reúnen en bares para ver al Real Madrid contra el Barcelona.  Bien al polo azulgrana. He ojeado algo y luego de ver la rapidez y el nivel de los partidos, los nuestros parecen categoría calichín. Por la liga española ha aterrizado  con algún jugoso contrato,  uno que otro jugador peruano.

 Sé que hay sueldos altísimos, comparado con otras profesiones. Sé que no es necesario estudiar ningún tipo de carrera, técnica o universitaria. Suertudos los futbolistas que pueden darse una vida de comodidades sin haber tenido que quemarse media pestaña estudiando. Los pro futboleros los defenderán diciendo que, a cambio del estudio, deben entrenar muchísimo y cuidarse de las comidas y de las juergas, bueno pues: mal no le hace al cuerpo ser disciplinados para obtener un físico de competencia.

El futbol mueve pasiones y esas pasiones producen millones en entradas, sponsors, vestimenta deportiva, canchas sintéticas para las mil y un academias que absorben la emoción y los deseos de cuanto chiquillo hay que sueña con cambiar su pobreza por la vida de sus ídolos. Las academias deportivas, saben que quizás uno de cien llegará a brillar: qué más da si el niño es feliz pateando la pelota. Así empezaron Paolo Guerrero o Jefferson, ¿no?

Argumentarán que es una carrera corta. Es cierto: exagerando pueden llegar a los cuarenta, como mi vecino Leao o como el nunca tan ponderado y recién retirado Claudio Pizarro.

Quería llegar hasta él. Se retiró sin pena ni gloria, en Perú, porque somos haters, pero idolatrado en Alemania, donde hizo casi toda su carrera profesional. Logró todos los records que un futbolista desearía lograr en diez vidas, pero acá lo siguieron odiando. ¿Por qué? Porque no rindió en la selección lo que esperaba la sufrida hinchada peruana y  vaya que para sufrimientos, somos los primeros.  Dicen que no sudó la camiseta peruana, que venía de paseo para las Convocatorias. Pienso que la razón de toda la animadversión que despierta nuestro otrora capitán  es la que le pasa a miles de peruanos que la hacen linda fuera de nuestras fronteras: envidia. Si a eso le añadimos que no tiene la apariencia del común de nuestros jugadores: ojos claros y alto, el resultado es el conocido: blanco perfecto para la ira de miles de hinchas. Responde frontalmente las preguntas, sin monosílabos, ese es otro horror de horrores. Tres ingredientes, que añadidos a su éxito económico, por fuerza y empuje  propios, son más que suficientes para que no haya logrado conectar con nuestra sufrida hinchada.

Es cierto. Nos pasamos sufriendo la vida entera por los dos equipos que son la base de nuestro campeonato: Universitario y Alianza Lima. Los demás equipos son satélites que giran en torno a los primeros. Recuerdo a Cristal, Municipal y Sport Boys, no sé si siguen en Primera División. Sé que han aparecido nuevos nombres, para mí, como ¿Binacional? Hay varios equipos en provincias que es donde terminan  los jugadores a los que no les liga jugar un Clásico vistiendo la camiseta de cualquiera de los dos grandes.

Hablando de Clásicos, logré ir a uno, después de llorar  unas cuatro horas. Tendría unos seis años y mi papi iría con mis hermanos mayores; yo también quería ir, por más que me dijesen que “el futbol no es para mujeres”… ¿existirá alguien en el siglo XXI que aún piense así? Luego del tremendo escándalo que hice, me llevaron al dichoso partido. Recuerdo haberme aburrido desde el arranque (¿jugarían mal desde entonces?) y querer regresar a casa, pero debía esperar casi dos horas. Recuerdo que unos gritos tremendos me quitaron la modorra de golpe. No sé quién ganó, pero la U debió meter algún gol porque mi padre dio tal salto de su asiento que casi salgo disparada hasta la cancha, pues estaba sentada en sus piernas.

En algún paseo dominical, de esos en los que salíamos con nuestros cuatro críos a dar vueltas sin rumbo, terminamos en el Estadio Nacional, viendo una final Argentina-Brasil de alguna Copa, con entradas que nos pusieron en la cara unos revendedores. ¡Qué buen espectáculo! otro clásico, de buen nivel. Paro de contar, no más estadios porque mi consuerte piensa igual que mi padre: el fútbol es de hombres. Me da flojera pelear porque no me atrae nuestro campeonato, así que prefiero guardar mis balas para algo que me valga la pena.

Chau Claudio. La hiciste linda solo afuera. Por eso en nuestro país a nadie se le ha ocurrido homenajearte. Creo que te merecías una despedida que no pase desapercibida, como el jugador peruano más exitoso en el extranjero. Como el deportista al que no se le veía en las esquinas de su barrio, mi barrio, cheleando o juergueando. Quizás por eso, no conectaste con los hinchas. Te faltó calle.



Comentarios

  1. Y dale U, y dale U y dale U, en tribuna de oriente tu voz se escuchará...!

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  2. Completamente de acuerdo, pero debemos tener en cuenta que Claudito salió del Alianza, el mejor equipo del Perú de lejos!!!!!(sin mencionar a Paolin, la foquita, cubillas, cueto y otros).

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  3. Te delataste con la U. No todo es perfecto.

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  4. Un nuevo relato que ameniza la mañana del domingo. Es cierto, en nuestro país se alaba al vivo, canchero o que tiene esquina. Solo afuera se puede lograr el reconocimiento en base al esfuerzo

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  5. Muy cierto. No sigo a ningún equipo nacional. Tampoco es que sea fan de alguno de afuera pero me gusta mucho ver el espectáculo de primera que se ve en Europa y en Argentina o Brasil. Paro de contar. Los equipos nacionales NO merecen que yo sea su hincha y mi tiempo es muy valioso para perder 90 minutos en la bazofia que ofrece el fútbol nacional. Y muy cierto sobre lo de Claudio. Acá se cree que por ser Capitán el jugador tiene que tener poderes sobrehumanos o sino no sirves. Y el resto de los 11 que? Aquí se tiene que admirar al equipo y es la selección no solo uno. Me parece que debemos celebrar su éxito y ha puesto en alto afuera el nombre de nuestro país.

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  6. Buena dribleada con el título. No sabía que terminaría en Pizarro.

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  7. Sin enojarse un comentario muy aventurado sobre Claudio Pizarro. Es cierto sus logros pueden haber generado envidia. Igual echarle a él la culpa de los fracasos de la selección es demasiado porque la responsabilidad fue de todos como equipo. El problema con él es que con sus actos nunca mostró compromiso con la selección. El así como otros que jugaban en el extranjero cuando eran convocados venían a vacacionar y no a representarnos. Eso siendo capitán es por lo menos bastante llamativo. Defenderlo con el argumento de la envidia es caer en la ligereza. Además del llamado racismo inverso porque es un blanquito exitoso. Y si tristemente todo gira alrededor de Alianza o Universitario existiendo equipos como el mío Sporting Cristal.

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