La cachimba

 

 Como si no fuese suficiente estar sentada frente a una computadora, el tiempo que me resta al de estar en la cocina, he vuelto a estudiar. Registrarte en cualquier curso, en épocas de pandemia, significan más horas frente a un teclado.

 

Fuera de eso, estoy entusiasmadísima. De arranque, me han dejado tarea y pienso inmediatamente, ¿qué sería de mi vida, si no me gustase leer? Tengo  130 hojas desconocidas por escudriñar para mañana, y no podría estar más feliz. No soy nerd, ni soy, creo, muy  extraña. Simplemente, me gusta leer y luego, me gusta contártelo. 


La idea que tuvo Pinuccia, mejor amiga de mi mami, cuando éramos niños, surtió efecto. Le dijo: “riega  libros por toda tu casa: en el baño,  escalera,  cocina,  hall, por todos los dormitorios y así, por aburrimiento, y por tenerlos a  mano, tus hijos los agarrarán y empezarán a ojearlos. Que sean propios para su edad y gustos. Que tengan siempre en su vida, un libro a la mano.” Sano consejo para los que tienen hijos o nietos pequeños.

 

En la primera clase, el profesor dijo lo mismo que yo, a mis alumnos: "preséntese cada uno, así nos vamos conociendo un poquito". ¿Cuál es mi carta de presentación? Siempre arranco diciendo "soy madre de cuatro" y automáticamente, alguien murmura: “¡asu, no tenía TV!”. Luego digo: “soy hija”, “¡asu, tan tía, cómo serán sus papás!”, inmediatamente añado, “tienen casi un siglo”. En esta sesión, con solo una chiquilla en el aula, nadie murmura.

 

 Mi monitor está dividido en cuadrículas, como ventanitas por donde asoman rostros amables, pensativos, a los que quizás, asaltan las mismas dudas que a mí: ¿cómo escribo?, ¿qué escribo?, ¿cómo empiezo? o, peor aún: ¿escribo?. Al menos aquí veo rostros, no como en mis clases en las que mis alumnos a duras penas comparten su cámara, por lo que siempre termino conversando con avatares. Hemos avanzado algo, porque muchos   han colocado sus fotos.  Como diría mi abuelita: de los males, el menor.

 

Docente y escribidora. Termina mi introducción y me doy cuenta que, o hice muy poco, o me faltan años por vivir, para agrandar líneas a mi CV de la vida.

 

Arranca la sesión y sigo pensando en mis alumnos. Ahora entiendo lo que se siente estar al otro lado de la pantalla. Estar a la expectativa,  que te permitan hablar; levantar la mano y que te haga caso el profesor o callarte cuando tus palabras quieren salir a borbotones.

 

También entiendo a mis alumnos cuando me explican, detalladamente, los cien cataclismos que sucedieron,  justamente  en sus casas y, por eso, no pudieron terminar la tarea. Yo, ni siquiera llegué a la mitad. ¡Ahora los comprenderé más y mejor, chicos! Discúlpenme, prometo ser mejor maestra, ahora que soy  alumna.

 

Hubo temas en los que mi apreciación era totalmente opuesta, pero, como soy la  cachimba, podría ser yo la que yerra. Aunque, creo que no es tanto así: lo lindo de la literatura es que no hay correcto o incorrecto, todo es  subjetivo y puedes entender algo,  diametralmente opuesto a lo que yo entiendo.

 

En mi primera sesión, recordé una regla gramatical que usaba mal; me di cuenta que he leído muy poco, aunque el día anterior, pensase lo contrario. Me percaté, ejemplo mediante, que puedes decir mucho en dos líneas y puedes no transmitir nada, en mil.

 

Les paso mi primera tarea: "un cuentito de un párrafo, donde pase algo al ir a la chamba" . Esa fue la indicación, dada por mi profe, además de decir que teníamos cinco minutos:

De vuelta a la rutina que detesto. No quiero ir,  por estas pistas agresivas y salvajes, que casi me engullen. Ni modo, acabó mi dulce y eterna cuarentena, repleta de fatalidad y muerte; debo volver al ruedo espantoso de la calle. 

Primera vez que me siento tranquila; qué sensación tan extraña, no estar a la defensiva: ¿te conté que en Lima los carros pueden volar?

Primer día, ¿será por eso que no veo a nadie?  ¿Dónde está Lucho, el de la esquinita, con el Publimetro que necesito justo hoy que no leí nada? Me sentiré aún más indefensa, sin saber cómo empezar con  los chicos. ¡Ni sé en qué día estoy! 

Qué suerte: ninguno ha llegado. Con razón el tráfico estuvo ligero. 


Ya quiero que llegue mi siguiente clase: quizás en eso,  no me parezca a mis alumnos.


Comentarios

  1. Tenías que estudiar lo que te apasiona, más adelante podrás contar tu historia mediante tu próximo libro, que se venderá en Amazon. O prefieres el olor a papel, que dirá tu profesor.

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  2. De veras, me entretiene mucho leerte!!

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  3. Me encanta tu narrativa!!

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  4. Eres fantástica en lo que haces!!

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  5. Mucha espontaneidad y frescura en tus escritos. Felicitaciones!

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  6. Una gran decisión, estudiar. Y conforme pase el tiempo verás que no debemos de dejar estudiar. Cada día nos damos cuenta que conocemos menos. Felicitaciones por hacer lo que realmente te hace feliz

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  7. Wow! No te puedes quejar! Comentada estás! Se te siente feliz porque estás en tu salsa. Sigue adelante,? publica tu libro pero en papel también. Ese pasar de hojas tiene un algo especial..
    Ya veremos qué pasa con el segundo!

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  8. Ojalá sea la antesala para ese primer libro con el que imagino que sueñas pero aún no te decides a escribir, como lo digo a mis alumnos: Excellent, way to go my friend!

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  9. Bochi, ¡me gustan mucho tus artículos! Muy entretenidos y con un tono natural y fácil de leer. ¡Muchos éxitos ahora y por venir!

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  10. Me encanta leerte y aprender nuevos modismos limeños!

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  11. Muy buena idea la de regar libros por la casa para los niños. Creo así me gustó leer, cuando mis papás me dejaban cuentos en la cama de sorpresa. Saludos hasta la bella Lima!

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  12. Cicerón decia: "a hablar no se aprende hablando, sino leyendo"

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