Lo que no se hereda, no se hurta.
En el post anterior, el ochenta, les conté sobre las razones que me mueven a escribir y,
a raíz de eso, me han llegado varias sugerencias de amigos generosos,
recomendándome escribir un libro. Gracias, pero no gracias. Aún no: dar a luz a mi quinto hijo, creo que me va a tomar
mucho tiempo y quizás nunca llegue a alumbrar…total, menopáusica… sería un
tremendo milagro.
A raíz de diversas conversaciones con varios de ustedes, buscando el porqué de mis escritos, llegué hasta mis raíces, y encontré más respuestas, al
simple hecho de que la prosa, me encanta
y me sobrecoge.
Esta recopilación la podría dar, maravillosamente, mi querido
primo Carlitos, el súper historiador, que escribe –él sí- (emoticon de carita feliz)
para El Comercio y que me contó alguito
de la historia de mi bisabuelo, vinculadísima y, casi desconocida, al diario. Él
la relata, en una columna por algún aniversario de El Comercio, al que todo el
mundo asocia con la familia Miró Quesada: es cierto, ¿pero saben ustedes que casi, casi, pudo quedar
en manos de mi ilustre y tantito desconocido bisabuelo? (emoticon de llanto,
por favor).
He aquí la pequeña historia, como me la contara mi primo y/o
como la recuerdo:
Nuestro primer diario nacional nace de la sociedad de un
joven, no recuerdo si chileno, (Amunátegui, casado con una Carranza, mi rama) y
uno argentino (Villota). Mi bisabuelo llegó donde el primero, como el sobrino-periodista,
recién bajadito de provincia, a trabajar con el tío, quien, para más señas,
nunca tuvo hijos, así que, entiendo, lo quiso como a uno. A la muerte de Villota,
quedó Amunátegui como dueño del diario y ahí es donde entra a tallar mi
bisabuelo: fue el primer director de El Comercio, por más de una década. Luis
Carranza Ayarza, en sociedad con ¡aquí
recién aparece- la rama Miró Quesada! don José Antonio, periodista también, creo que de origen panameño. Formaron una sociedad “Carranza-Miró
Quesada” para poder seguir publicando el diario, a raíz de la muerte de Amunátegui
y en el contrato notarial, una de las –malhadadas- cláusulas decía algo así
como que si moría uno de los dos socios, entonces el otro pasaba a convertirse
en dueño, previa compra de los derechos, y los herederos (aquí hubiese podido
entrar a tallar YO), no tendrían derecho alguno (emoticon de llanto, por favor).
Mis amigos, don Wiki, San Google, y mi primo-el-historiador,
me contaron que los hechos, fueron como un juego de azar porque los socios, mi
bisabuelo Carranza y Miró Quesada, solo se llevaban UN AÑITO de diferencia, es
decir, cualquiera de los dos podría haber fallecido, pero ¡oh, desgracia y
fatalidad! el primero en fallecer, tuvo que ser mi bisabuelo, de un ataque,
justo a mi edad (así que mejor no me andaré molestando por cualquier cosa).
Bottom line: hubiese podido tener alguna, aunque sea unita, de las acciones de
El Comercio. Quizás hubiese sido una periodista
de sus filas (muchos emoticones de carita llorosa).
Yo, la gordita escribidora, ligada al diario más grande del
Perú (ojo que ahora no comulgo mucho con su línea editorial, pero esa es otra
historia); entonces no hubiese tenido necesidad de mandar mis humildes
opiniones en cartitas que publican en Somos,
a duras penas, haciéndome el favor de que pueda ver mi nombre impreso,
en letras de molde.
Para terminar la historia: la primera foto que se publicó en el
periódico, fue la de mi bisabuelo, ¡cuando murió! (pongan un emoticon de carita
molesta, al costado).
Para dejar más clarito, por si queda alguna duda, que la
pluma se puede heredar, así como el color de ojos o de cabello: mi abuelo fundó
el periódico El Tiempo, en Piura, ciudad natal de mi madre, pero ¡oh! también
está en manos de otra familia. Esa parte de la historia no la conozco bien, así que será motivo para reencontrarme con la familia,
cuando finalice la eterna cuarentena, y tener esas gratas conversas que solo la
sangre te puede dar.
El hizo en ese entonces, lo que en esa época era común, el pacto de caballeros donde la palabra era Lay
ResponderEliminarAhora todo tiene sentido. Lo trome viene de familia.
ResponderEliminarDe ahí la genialidad con la pluma.
ResponderEliminarQué interesante y desconocida historia de tus antepasados.
ResponderEliminarUna historia de aquellas!!! Por tus venas corre sangre de amantes de la literatura, de allí ha de venir tanta genialidad . Me
ResponderEliminarAmiga seguiré a la espera de tu quinto hijo....la genialidad al escribir la tienes.
ResponderEliminarAbuelo y bisabuelo, con razón pues.
ResponderEliminarLo que se hereda no se hurta y de herencia le viene al galgo. Que venga pronto el quinto hijo.
Buenas tardes. Estoy de acuerdo. El libro para cuándo?
ResponderEliminarGracias por compartir.
Lo que no fue en tu año....
ResponderEliminarA escribir el libro y tener las letras de molde pronto.
Estas son las mejores historias. Qué orgullo haber tenido un bisabuelo con tanta creatividad. Talento y fiigura hasta la sepultura.
ResponderEliminarLa historia continuara... Bien mi amiga !! Un abrazoooo
ResponderEliminarInteresante (y casi secreta) historia. Buen legado de tus ancestros. Ahora ya sé porque tienes vara en Somos jajaja
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