¡Mis setenta!
He publicado 70
posts, y han hecho click con mi blog 10, 250 veces, espero que con igual número
de lecturas. Al igual que con mi post # 50, este texto será variadito porque la
verdad es que, dentro de mis cuatro paredes, no me pasan muchas cosas…
Fue el santo # 93 de
mi papi. Quería arroz con pato hasta la semana pasada, pero ahora ya entendió,
tan lúcido él, lo que conviene para su salud. Una bio chiquita, como si
postulase a una chamba: Doctor en Economía, Doctor en Química, Contador Público
e Ingeniero, con todas las colegiaturas, todo por la Universidad de San Marcos,
de la que fue docente por muchos años y no Decano, pues nunca quiso aceptar ese
cargo. Cinco hijos a los que crió, junto a mi madre (con estudios de Doctorado
en Lengua y Literatura por San Marcos), alma mater en donde se conocieron hace
unos setenta años, calculo. Con una integridad a prueba de balas al punto de
devolver cheques al erario nacional, mensualmente, durante años, por un pago
que –dice- no le correspondía... hasta que –imagino- algún servidor público, se "sirvió" de ese dinero. Impetuoso, terco y de carácter fuerte; tenía a mi madre
con los pelos de punta, porque siempre terminaba alguna discusión con sus jefes, diciendo: “o te vas tú, o me voy yo”, obviamente él debía salir por un tubo,
por lo que se veían en apuros para pagar las universidades y colegios de sus CINCO CRÍOS. Así, nos educaron,
con cierta escasez en la familia, menos para mí, que era la engreída, a la
fuerza, de mis hermanos mayores. Y el arroz con pato…pa´ cuándo? ¡Quién sabe
señor! Como diría uno de mis poetas favoritos, J.C.Chocano.
Es increíble lo que
este encierro puede hacer: no he tocado los dos libros que adquirí para librar esta batalla. Y eso que a mí me encanta leer. Creo que las ganas
son diferentes: cuando te obligan (las circunstancias) o cuando lo haces por
purito placer. ¡Ya entiendo a mis alumnos! Cada que les pregunto si leen, me responden:
"Claro pues, Miss, toditas nuestras separatas". Cuando les digo que
eso no se considera lectura, per se, me miran con cara de: " esta tía se
loqueó". No me comprenden. Una cosa es leer lo que te mandan, por
obligación, quizás sujeto a una calificación, lectura profesional, académica y,
otra, muy distinta, es la lectura, por placer, personal, de acuerdo a nuestros
gustos y que, normalmente, asociamos a la literatura.
En conclusión: creo
que como ahora me "obligan" las circunstancias, pues no me da la gana
de leer esos dos libros. Lo sé: terca como mi padre.
Mi vida se ha
reducido a cocinar, limpiar, lavar, (inviértase el orden) y una que otra capacitación on line. En la primera el pobre speaker tosía espantosamente,
frente a su camarita, espero que no se haya contagiado allá, donde su
Presidente prefiere producir y gastar para reactivar la economía, aun a costa
de la salud de sus millones de habitantes. Paradojas de la vida, ¿no?
Siguiendo con el
modo coronavirus, les comentaré que fui al mercado y me sentí complacida con la
atención, orden y limpieza. Había un serenazgo en el único ingreso habilitado.
Éste era exprofeso, alto y fornido, listo para amedrentar a los faltosos. No
tenía mascarilla xq no encontré en las farmacias. Pues el Sereno en mención me
obsequió una, oleada, sacramentada y sellada.
Día.... - no sé en
qué día vivo, pero sí sé cuántos faltan para terminar la cuarentena... aunque
aparentemente podría prolongarse.
Seguimos con las batallas
virtuales en nuestro país, somos campeones en polarizar todo. Ahora se trató
del famoso Capitán Cueva y el malandrin. Me reservo la opinión, solo diré que ningún
extremo es bueno y que no creo que sea necesario agarrar a cuerazos a alguien
para hacerte respetar o para "subir la moral” de institución alguna.
En la parte
deportiva sigo con la actividad de siempre: NULA, o sea que por ahí no me he
inquietado mucho. Mis hijas no han perdido el tiempo y han ideado una rutina en
la cochera del edificio. Lo sé por las alarmas que suenan, cada vez que alguna
se choca con algún vehículo... by the way, ¿alarmas? ¡Nunca en mi vida me he
sentido tan segura! Parece que los indeseables están siguiendo, esta vez sí,
las leyes y no salen a " laburar” como habitualmente.
Fui caminando a casa
de mis padres, a siete largas cuadras de la mía, para ver cuestiones domésticas.
De regreso solté una
lagrimita de emoción; caminé en calma y paz, algo inusual en mi
distrito. Vi parques vacíos, con el pasto crecido, y las hojas secas de los
árboles, que le daban un aspecto otoñal y aun más desierto, a todo mi camino.
Pensé: ¿son los seres humanos los que me producen ese sobresalto, ese miedo al
andar en la calle?
La naturaleza en
todo el mundo ha despertado de su "encierro” y de su muerte lenta. Ahora
asoman, ya no tímidamente ni temerosos, sino como amos y señores, animales
libres que corren, vuelan y nadan. Ahora ellos nos ven enjaulados y se sienten seguros, ya no los dañarán hasta por diversión. Quizás y hasta se repueblan algunas especies casi extintas.
No me he quejado un
solo día, porque sería frescura: vivo frente a un parque y mis ventanas,
incluida la de mi dormitorio, dan hacia él. Puedo oler y sentir el viento,
perfumado de jazmines - misma Chabuca Granda- que mi vecino ¿Raúl o PP?
sembraron hace una punta de años.
Luego veo en la tele
a muchas familias que no tienen siquiera agua. ¿Cómo podemos exigirles indignados, que sean aseados y que se laven las manos, como yo, cien veces al
día? By the way, están más secas que lijas, un poco más y me tomo el pote de crema.
Me llevo muy bien
con mi consuerte, en cambio escucho a amigas que no soportan a sus maridos y
comentan que dentro de poquito no van a terminar en el Rebaglati sino en Santa Mónica.
Tengo una despensa bien provista, cuando escucho que ya hay gente que está muriendo de hambre y por eso
deben salir, aun cuando podrían contagiarse. Para ellos, el mal menor es el
coronavirus, que aún no sienten palpable o del que ni se enteran en toda su magnitud, pues no tienen acceso a las noticias. Para ellos el dolor, es escuchar a
sus niños llorar por el estómago vacío.
No osen quejarse de nada,
solo agradezcan y apoyen NO SALIENDO A LA CALLE. Obsequien lo que puedan. Organícense virtualmente.
Piensa cómo vas a
ayudar, cuando salgas de ésta, porque un montón de gente te va a necesitar, bastante.
Me gusto. !! Muy variado. Volvi a los hermosos y gratos recuerdos que tengo en mi cabecita... cuando estudiabamos hasta tarde en tu casa ... por otro lado haces mencion al agradecimiento y a la ayuda- altruismo - empatia que todavia aun falta aprender ... no es dificil...
ResponderEliminarEs cierto, habrá montones por hacer, yo ya tengo pensado como devolverle a la vida un poquito de todo lo que me ha dado, aunque esto fue antes del corona virus, después de éste, con mayor razón...
ResponderEliminarQue cuero y cuántas carreras tenía. Increíble.
ResponderEliminarQuiero seguir y seguir leyendo. Por qué son tan cortitos?
ResponderEliminarUna historia muy bonita. Era la forma en que nuestros padres pensaban que debían ser las cosas.
ResponderEliminarAhora con respecto a los humanos. Somos unos depredadores terribles. Una pena, pero somos así.
En cuanto a las lecturas es cierto. Son cosas muy diferentes. No mejor es leer por el placer que me causa y los conocimientos que me da.
Gracias por compartir.
MAGNIFICO COMO SIEMPRE
ResponderEliminarTEMAS PARA REFLEXIONAR.
Don Víctor, todo un señor.
ResponderEliminarMuy bonita lectura Rox con temas muy variados, que orgullo tener un papá así, se lo que se siente porque al mío no dejo de extrañarlo a pesar de que hace 11 años que ya no me abraza o escucho su voz, pero la tengo en la mente. Por otro lado con tu narrativa casi puedo imaginarte viendo ese parque que me pareció tan bonito desde el ventanal de tu casa, cuando nos diste Chicha fría con limón mmm a tres Mexicanitas sedientas y encantadas de recibir tu hospitalidad. By the way como dices, espero cuando todo esto pase, en octubre verte por Puebla en el congreso.
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