La caprichosita(cuento corto)
-“Estoy
extenuada, ya no puedo más mami”. -“Ayy, hijita, aguanta nomás, falta poquito”.
Pensé que alguien nos ayudaría alguito, pero “¿ya ves?, cuando quieres
que te auxilien no hay nadie disponible y menos cuando uno es viejo y pobretón”.
-“En fin, ya nos metimos, debemos seguir hasta el final; hazlo por mí,
por favor hijita, todavía tengo la ilusión. Me siento como en el primer día”.
-“¿Ya, lista? apúrate por favor que faltan todavía varias cosas”.
-“Ya,
mami, no te aloques, relajadita nomás que ahorita termino de arreglarte”.
-“¿Quién
diría que a la vejez iba a tener la boda con la que tanto soñé? es increíble
pero el tiempo vuela, si me parece ayer que estaba haciendo lo mismo para
casarme, claro que ahora todo es mucho mejor, no hijita?”
-“Listo,
ya estás linda mami, bueno, dentro de lo que se puede”.
-“Anda
arregla un poco a tu papi que debe estar histérico, él odia estas cosas, ya
sabes. Pobrecito tu papi, lo noté con su carita un poco desencajada. Tantos
nervios, el pobre”.
Voy
a ver al viejito. – “papito lindo, ¿todo listo?”.
Está sentadito, inmóvil.
-“Mami,
ni creas ah, mi papi está super relajado. Sólo eres tú la que está nerviosa,
así que tómate un poquito de agüita de azahar”.
-“Ahora
me voy a arreglar yo y tú te quedas acá tranquilita, sin moverte mucho para que
no arrugues el vestido ¿ok? Mira, qué lindo el ramo, ¿no? No
recuerdo a cuánto me lo dejaron, pero hacen cosas lindas en ese mercadito, ¿no
mami?”.
La
vieja casona luce como la pareja: sin brillo, sin vida, antigua, sin historias
suculentas que contar. Huele a rancio; los miasmas se respiran y casi se palpan
en cada rincón, en todas las habitaciones de techos altos y abovedados. La
pátina del tiempo diría que se visualiza perfectamente; los habitantes se han
mimetizado con la casona: solitarios, aburridos, sin brillo.
Tanto
dinero invertido, al menos para nosotros. Dinero que escasea cada vez más, más
aún ahora que le quitaron la jubilación al pobre viejo, qué sabidos esos ¿no?,
estafadores que se aprovechan de las canas, de la mala memoria, de la
ingenuidad que produce la vejez. Todito se lo llevaron, lo dejaron sin un cobre,
qué tonto para creer todo lo que esa gente mala le dijo, qué iluso al creer que
le iban a duplicar su sueldo.
Felizmente
me prestaron en el trabajo, con unos intereses de usura, pero algo conseguí
para los arreglos, las flores, unos cuantos bocaditos, en realidad los viejitos
invitados ya no pueden ni comer y menos beber, ojalá no lo hagan porque la
sidra esa no tiene muy buena cara. Espero que no asistan a la boda con
familiares porque todo está contadito, no alcanza para más.
El
tiempo vuela, ya tenemos que ir saliendo,
buenísima gente, mi colega que nos lleva en su carro, parece el chofer.
Lo utilizamos nomás, pero él se la cree todita, piensa que va a
conseguir algo, pero se está haciendo ilusiones por gusto. Le he pedido solo
por los viejitos. Hasta se mandó confeccionar un traje con su sastre, me
cuenta.
-“Ya
es hora de salir mami, apúrate”. –“Espera hijita, tengo que ir al baño, no voy
a aguantar tantas horas, acomódame el peinado, me han dejado muy alto el moño,
parezco del virreinato, ahí está mejorcito”. “Oye, ponte algo de color en las
mejillas, se te ve tan pálida, anda arréglate esa cara, imagínate, mi única
hija, qué dirá la gente, que la vida no nos ha tratado bien, acomódate”.
-“Mami,
la vida no nos ha tratado nadita bien”. -¿Qué hablas, oye, malagracia? –“ hay
que ser agradecida con todo lo que Dios nos ha dado: esta casa grande, es un
poco antigua y deteriorada, pero cuántos quisieran siquiera un techito para
vivir”. –“¿Qué más nos dio la vida, mami?” –“ni siquiera marido pude conseguir
en tantos años”. –“No te preocupes hijita, matrimonio y mortaja del cielo
bajan, siempre repetía tu abuela y mira pues, qué gracioso, ¿no?”.
-Voy
a traer a mi papi, ahora sí, ¿ya? No hay que hacerlo esperar, lo vi con la
cara desencajada.”
-“Papi,
papito, pa´ ¿puedes moverte un poquito? ayúdate un poquito pues, alza la cabeza”.
Cuando
lo toqué ya se estaba enfriando, ¿qué sería?
-“Infarto
masivo señorita”, dijo el doctor. “Muchas emociones para un solo día”.
“Le
sugiero que lo lleve así sentadito en su silla de ruedas y lo ponga frente al
altar, sólo por la hora de la Misa y ya no invite los bocaditos después, ni pasen
a los saludos, diga que se han indispuesto sus viejitos. ¡Pobre su madre! ¿no
le pensará decir nada en estos momentos que son quizás los últimos recuerdos
alegres que le queden por vivir, no?”.
-“Vamos
yo le ayudo a llevarlo de frente a la Iglesia, a su mami que se la lleve el
chofer que contrató y listo”.
Finalmente
llegamos todos y mi mamita pudo tener la boda que tanto quiso, con la que soñó
desde pequeña y que nunca pudo tener. Tan emocionada estaba que ni volteó a
mirar a mi papi. Sólo miraba hacia el altar con los ojitos vidriosos, que casi
no pueden ver. Son las cataratas, que hoy día han resultado muy apropiadas.
Estoy
con los nervios de punta, pero ya está terminando todo. Saldremos por atrás y
listo, el doctor me va a ayudar a llevar a mi papi al panteón, de frente. Tenía
razón mi abuelita: matrimonio y mortaja, del cielo bajan.
Demasiado bueno, me encantó y que crazy la escritora
ResponderEliminarQué tal imaginación!!
ResponderEliminarMe encanta.
Cuanta creatividad, te envidio. No me sale una sola palabra.
ResponderEliminarComo en nuestras clases de Literatura, EA. Poe, recuerdas?
ResponderEliminarLoquisima historia, me recordó algunas películas y thrillers que he visto y leído, y no sé porqué se me vino a la mente la cara de Jack Nicholson en "atrapados sin salida" ☺️☺️
ResponderEliminarMuy bien narrado, final no esperado.
ResponderEliminarFelicitaciones querida amiga
Al leerla me imaginaba paso a paso la historia. Toda una Maestea!!!!
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